Cuatro escenas de José María Calleja






Cuatro actitudes diferenciaron a José María Calleja del rebaño generacional que le acompañó. La primera es que él, sin grandes poses y alharacas, se rebeló contra la dictadura y pasó por la cárcel franquista mientras otros rellenan ahora sus memorias con bolas sobre sus carreras delante de unos grises que solo existen en su imaginación.

La segunda, nada fácil, fue tirarse del pedestal desde el estrellato que ostentaba en ETB para ponerse un símbolo con el que mostraba su apoyo a José María Aldaya, industrial secuestrado por la ETA. Esta valentía le costó pintadas, amenazas, portazos y el exilio.

La tercera, con la que se desmarcó de una cuadrilla de víctimas oficiales que querían derribar a toda costa la negociación entre el Gobierno central y ETA, le pasó factura con algunas enemistades.Y es que él siempre apostó por la paz, la piedad y el perdón.

La cuarta, la más exótica de todas porque orbita contra el ego del periodista, le llevó a no hacer performances en tertulias para captar zappings, en no vomitar doctrinarios de partidos políticos y en no escribir a base de estridencias. Esto le costó, entre otras cosas, que dos zascandiles como Gundín y Zancajo lo echasen del Canal 24 horas por la puerta de atrás.

Valentía

No es algo habitual que el ser humano escoja el camino más escarpado cuando va caminando sobre la senda más cómoda, pero Calleja, en cada etapa vital  renunció a fama, dinero, amistades y comodidades por apostar por la convivencia. Goian bego.

El último artículo de Calleja en Eldiario.es: Entre resistiré y no tocarse. 

Entrevista de J.F. Lamata:



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