Irregulares audiencias, falta de objetividad y facturación privada. Estos han sido los tres clavos que han atravesado el corazón de 'Las cosas claras', que ha dicho adiós tras ocho meses en antena tras haber logrado algunos hallazgos, véase la insólita cobertura que han realizado sobre la corrupción en Zarzuela.
Pero cierta valentía informativa y la ligera mejora del mediodía no han sido suficientes para que Jesús Cintora haya logrado una renovación que le será esquiva a pesar del enfado de Unidas Podemos y Comisiones Obreras, que amenazan con romper la tregua que ha facilitado el nombramiento de José Manuel Pérez Tornero como presidente del Consejo de Administración de RTVE.
El directivo, que ha apostado por pacificar la Corporación pública mediante algunos guiños al sector 'pepero' del Consejo, véase la caída exprés de Mamen del Cerro como nueva jefa de Contenido Informativo, ahora no está logrando apagar el fuego que están extendiendo desde Unidas Podemos y ERC.
Es cierto que el diseño de 'Las cosas claras' debilita el argumentario de los defensores de Cintora, que no debería haberse puesto en manos de una productora privada ni debería haber orillado tanto la mesa de debate y contenidos.
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