Paolo Vasile decidió hace unos años imitar el tic más
siniestro de Polanco: pedir una fe ciega a sus huestes y echarlas del paraíso
si no aceptaban sus caprichos con buena gana. El penúltimo que no aceptó el
trágala fue Carlos Lozano, enfadado porque ‘Sálvame’ montó hace unos meses un akelarre
diario con el triángulo amoroso que comparte con las desquiciadas Mónica Hoyos
y Miriam Saavedra. Su reputación profesional y el bienestar de su hija se
encontraban en juego y el presentador se negó a seguir cebando el circo. A
Mediaset no le tembló el pulso: envió a la nevera ‘Granjero busca esposa’ y lo
despidió como defensor del espectador, cargo que ya le pasó factura a María
Teresa Campos. La veterana comunicadora se negó en su día a convertir la
sección en un frontón sobre las presuntas infidelidades de
Bigote Arrocet y su plataforma de colocación, ‘¡Qué tiempo tan feliz!’,
desapareció.
También desaparecen por suerte gran parte de las mañanas de
TVE: la mesa camilla machista de ‘Amigas y conocidas’, donde Isabel San
Sebastián pretendía dar a conocer su supuesta cara amable, y ‘Saber vivir’,
servicio público puesto en el foco por los presuntos trinques publicitarios que
se cometían. Solo falta que comprendan que la mano ultracomercial de Pilar
Cerisuelo no puede llevar la batuta de ‘La Mañana de La 1’ y así limpiarán la
franja matinal. También han sacado la basura al desterrar a comisarios
políticos de Génova de los espacios informativos de RTVE. Y no son listas
negras: es decencia. Eso sí, el PSOE ha demostrado en demasiadas ocasiones que
su modelo de televisión pública no es la BBC. Recuerden que bajo el felipismo
se canceló ‘La bola de cristal’, ‘Viaje con nosotros’, ‘La clave’ y ‘El peor
programa de la semana’, se manipularon informativos con Enric Sopena o María
Antonia Iglesias al frente y censuró a Javier Krahe. Con ZP se airearon los
‘Telediarios’ de Urdaci, se probaron formatos innovadores y se apostó por
recuperar la ficción con mayúsculas, pero a cambio se mandó a galeras una
entrevista de Quintero a García, se eliminó la publicidad para contentar a las
privadas tras la entrega de licencias a amigos, se regalaron multitud de
contratos a varias productoras afines para que financiasen proyectos
competidores y se mantuvo una política de colocación de amigos en tertulias,
véase el clan Escolar que tantas lecciones imparte sobre televisiones públicas
de calidad.
Éstas alcanzan un grado adecuado de brillo siempre que los intereses
de Arsenio, Nacho y compañía salgan bien parados. Para comprobarlo solo hace
falta advertir el silencio sepulcral de Vertele y amigos sobre la grotesca
resurrección de Telemadrid con tomates y crímenes nocturnos. Pero ahí Podemos
también traga al ver con satisfacción como José Pablo López contenta al rojerío
crítico por tres vías: colocar a los tertulianos que pida al “Cayetano”
morado Ramón Espinar, miren ‘120 Minutos’, mimar a las decrépitas Comisiones y
UGT, y entregarle todos los contratos que pida Roures, que se convertirá en el
productor estrella de la cadena esta temporada al facturar un reality-show, una
serie para el prime-time de la cadena y ‘Tras la pista’. Es cierto que
“TeleEspe” era una mezcla de manipulación y saqueo, pero su renovación se podía
haber hecho con calidad y no con este particular recetario: comprar todos los
jarrones chinos de Vasile (Luján, ‘Las Mañanas de Cuatro’ y ‘Aquí hay
madroño’), importar el western y los sucesos de Trece, y aceptar todas las
sugerencias de Imagina, a la que se le premia con millones tras su fracaso con
‘Atrápame si puedes’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario