Mikel López Iturriaga no tenía fácil adaptar el prestigioso blog El Comidista a la televisión. Pero este gurú gastronómico hizo lo que parecía imposible y ayer triunfó con 'El Comidista TV', joya artesanal cuyo estreno está al nivel de formatos con contraste previo internacional. Este delicioso show es didáctico, ágil y entretenido, digno de la mejor televisión de pago. La estrella de El País se rodeó de cinco renacuajos que derrochaban desparpajo, se olían los pies y chupaban los platos de un restaurante de postres mientras se sucedía la emisión de piezas tan variadas como simpáticas: un experimento a la puerta de un supermercado para diagnosticar cuánta azúcar compramos, un ranking de pastelerías, una pieza nostálgica sobre la publicidad de los dulces ochenteros y noventeros, un reportaje sobre un horno sefardí y un par de recetas, todo ello envuelto en música selecta. En definitiva, la cocina pop de Iturriaga llevada a un espacio que deja en pañales los montajes alimentarios de Chicote que El Comidista denunció.
No hace falta ser un experto televisivo para comprobar el brutal trabajo de producción y montaje que 'El Comidista TV' derrocha. Todo ello aliñado por un guión repleto de guiños cómicos. Delicioso manjar el que ofertó anoche La Sexta, que sigue ejerciendo como servicio público mientras TVE dormita a manos de quién ya saben. Y valiente: porque en su estreno le echó un pulso a la práctica totalidad de la industria agroalimentaria, con tanto peso publicitario a sus espaldas. Eso sí, del primer capítulo chirriaron solo tres asuntos. Faltas leves sin demasiada importancia: en el experimento a las puertas de un hipermercado se pixelaron los productos analizados, como si se tratasen de Andreíta hasta anteayer. También se contó con el testimonio de una portavoz de Azucarera Española, a la que presentaron sesgadamente al son del 'Dame veneno' de Los Chunguitos. Y por último contrarrestaron los respetables argumentos de la citada señora con faldones de réplica inspirados en datos de la OMS, que ni es la Biblia ni ha demostrado en su trayectoria coherencia ni respeto por la paz mental mundial al alarmar al personal con ridiculeces, siempre a beneficio de siniestros terceros.
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