Hace una década, el todopoderoso Paolo Vasile decidió parapetarse ante la llegada de La Sexta, canal impulsado por Globomedia-la productora que hasta el momento había sido su principal proveedor de mercancía-. Porque el italiano, temeroso por si la factoría de Emilio Aragón y José Miguel Contreras le pasaba a ofrecer pescado congelado o material de segunda, se parapetó con lo que se llamó "productoras de confianza", que eran unas empresas fundadas por directivos de la cadena a los que se les exigía exclusividad a cambio de trabajo fijo y la participación de la cadena en el accionariado de las mismas.
Pero como decimos tras diez años todas esas empresas han ido cayendo una a una. Le ocurrió a Big Bang Media, que dejó de facturar para Mediaset el pasado septiembre y ahora trabaja para Atresmedia; a la factoría de Risto Mejide, que se ha cambiado de chaqueta o sofá; o a la de José Luis Moreno, a la que solo se le encargan los especiales navideños. Solo sobreviven La Fábrica de la tele, que sigue funcionando gracias al universo Sálvame, y Mandarina producciones, la empresa de Santiago Botello y Pedro Revaldería, que está sufriendo un particular "annus horribilis".
Y es que su principal apuesta, Un tiempo nuevo, ha sufrido un sonoro tortazo, en parte por su incapacidad creativa y en parte por la fortaleza de La Sexta Noche. También ha visto la compañía como se cancelaban programas como I love TV o Todo va bien, por no hablar del estreno por la puerta de atrás del show de Miguel Ángel Revilla o el recorte de la duración del programa de María Teresa Campos en el fin de semana.
Solo faltaba estrenar una serie, Aquí Paz y después Gloria, la serie de Antonio Resines que ayer llegó con grandes datos de audiencia. La sitcom podría ser de lo poco se se salva de la quema junto a Cintora, que aguanta como puntal del mediodía de Cuatro, hecho quizás insuficiente para justificar una productora que cotiza a la baja en Fuencarral.
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