Hace unos años hubiese sido imposible imaginar que un diario de la talla intelectual de El País se hubiese dignado a entrevistar a Jorge Javier Vázquez, un presentador de lo que ellos, con su eterna mirada despectiva a la prensa rosa, califican de "telebasura".
Juan Cruz, experto en entrevistas tan sencillas y cómplices como llenas de titulares, intenta desentrañar a un personaje que vive por y para la caja tonta. Aquí tienen la entrevista;
¿Cómo ésta? Decir feliz parece prepotente o vanidoso. La vida me ha dado más de lo que esperaba. Me siento libre de miedos.
Y era un chico atormentado. Sí, muy solitario. Tener una sexualidad distinta me hizo organizarme un mundo que me dio felicidad; libros, música, películas. He sido muy feliz solo. No fui desgraciado por no tener con quien salir.
¿Padeció burla en la infancia? Sí, pero también había en el barrio protección al diferente. Las niñas me defendían de los niños que se metían conmigo.
¿Qué queda de ese muchacho? Alguien contento de haber nacido allí; eso me ayuda a comprender ciertas debilidades; las luces y el neón no son mejores, en este mundo existen las mismas grandezas y miserias.
¿Por ejemplo? Allí estuve más cerca del sufrimiento que de la felicidad. Conozco, en otras familias, lo que producen el alcohol, el maltrato, el paro… Lo vivíamos en esos bloques. Mi padre siempre tenía miedo de quedarse sin trabajo.
Los famosos. Su madre decía: "No tanta luz, que me encandilo".Para mi los famosos han dejado de serlo para convertirse en personas. Cuando los conoces se les cae el escenario: ves lo que hay detrás. Pagan con la falta de libertad, con soledad. Paseaba con mi novio por Gran Vía. Ahora veo la realidad tras los cristales.
Mas y Rajoy van con el no por delante. Yo ya no vivo con el no, a nada digo que no
¿Qué no vemos de usted? Dicen que soy muy soberbio y vanidoso; creo que es timidez, instinto de protección. Yo era muy tímido; la tele me ha quitado timidez.
Pero parece descarado. Tiene que ver con el teatro; te creas un personaje, dejas de ser tú, juegas al engaño. Me gustaría decirte que luego me pongo hasta arriba de dry martinis; pero vuelvo a casa, tienes que descansar, es que si no no resistes. Es así de triste, porque van cayendo años.
Si sólo tiene 43... Qué va; estoy viviéndolos fatal. Los años pasan, la gente empieza a tener cánceres, se mueren, tus seres queridos envejecen… Se atenúa la risa, se acaba la aventura. El hecho de lo previsible me genera mucha angustia.
¿La muerte del padre no acentúa esa sensación de que la vida va en serio? Fue horroroso. Duró un año el proceso; me acostumbré; mi madre vivió toda la degradación, con mi hermana. Yo tenía 26 años, acababa de llegar a Madrid. Fue un escape, no asistí al deterioro. Yo quise mirar a otro lado. Y profesionalmente su muerte me dio libertad; no sé cómo hubiera llevado él toda esa exposición pública: Aquí hay tomate, Sálvame…
¿Lo haría ahora otra vez? A esta edad ya es difícil pensar qué harías. A los 30 años viví de una manera intensa, para lo bueno y lo malo; como escribió Dickens, "fue la mejor y la peor de las épocas…" En ese tiempo toqué el cielo y bajé a los infiernos.
¿Cómo ha vivido los prejuicios sobre usted? Cuando escriben sobre mí no me reconozco, ni en lo bueno ni en lo malo (quizá por protección); es como si escribieran de otro… Y cuando digo una bobada cualquiera ponen: "El polémico Jorge Javier". ¡Polémica es algo más serio!.
Dice en su libro La vida va en serio los de Barcelona son más estirados, los de Madrid más envarados… Ahora la cosa va más en serio. ¿Cómo ve este conflicto? Con cierta tristeza por lo que se habla allí y por lo que se habla desde aquí. Dos no dialogan si uno no quiere y Rajoy una vez más ha anunciado que aunque se vea con Mas no va a ceder en su postura… Van con el no por delante. Yo ya no vivo con el no, a nada le digo que no.
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