¿Por qué la izquierda renuncia los símbolos españoles? Las tres razones




Mucha gente se pregunta por qué la izquierda no siente a España como su patria. Y las cinco razones son las siguientes,

Razón número uno; Los símbolos

La mayoría de la izquierda española no siente como propia la bandera rojigualda ni el himno español. Esto no quiere decir que no se sienta la patria como propia, pero si que molesta que en el año 75 se decidiera la permanencia de símbolos o himnos demasiado asociados al franquismo, que los explotó durante cuatro décadas de represión y muerte. Fue uno de los numerosos errores de la Transición, y quizás por esto parte de la derecha se apropia de éstos con unas intenciones no siempre democráticas. Es decir, que la mayoría del facheríó se identifica con las actuales banderas, hecho peligroso.
Si se hubiera implantado la bandera republicana-una bandera identificada con la calle y con el progreso- quizás otro gallo nos cantaría.

Razón número dos; El nacionalismo

Una de las claves del éxito del PSOE en esta última etapa democrática-donde ha gobernado 21 de los 36 años- ha sido la falta de identificación con ningún nacionalismo, que es siempre excluyente. Es decir, que no sintonizaba con el rancio nacionalismo español de la derecha ni con los nacionalismos periféricos vascos o catalanes. La solución española para el PSOE pasa por implantar un modelo federal en nuestro país, similar en apariencia a las autonomías, pero con unas obligaciones económicas que hasta ahora no existen, ya que hasta ahora se permiten la quiebra y rescates de multitud de derrochadoras autonomías.

Razón número tres, La historia

El progresismo, siempre identificado con la clase trabajadora y el pueblo llano, históricamente ha sido maltratado bajo el auspicio de la rojigualda.
Con la rojigualda en el pecho se han dado multitud de golpes de Estado autoritarios, se ha fusilado a miles de compatriotas o hasta ha trabajado la Santa Inquisición. Es decir, que nuestra bandera, no puede estar identificada por el pueblo porque las élites-militares, económicas o monárquicas- han maltratado al mismo.
No se pude identificar una bandera cuando hace treinta y cinco años los fachas españoles, los nazis alemanes y los fascistas italianos, impusieron al pueblo esta bandera.
Siempre sentimos envidia de la identificación de los americanos con sus símbolos, pero allí tan diferentes entre estados-la diferencia de un pájaro que mata al vecino en su pueblo en el de al lado puede ser la cárcel o la silla eléctrica- es que bajo esa bandera se impulsó una eterna democracia y que se facilitaron mecanismos para que Estados Unidos fuese el país de las oportunidades, es decir, que hasta los más miserables de cuna pudieran tener por su talento o trabajo sus ocasiones para prosperar. Aquí lo único que ha prosperado ha sido la decapitación del Estado del bienestar, y a los que protestan por ello se les tacha de antisistemas. Es decir, que no somos ciudadanos de primera, de los que se bordan la rojigualda en el polo.













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