Chicote en el Gran Café de Coslada



Visitó Chicote el Gran Café de Coslada, negocio propiedad de Juanjo, que es a su vez propietario del exitoso  Dolce Vita, ubicado en la misma localidad madrileña. El Gran Café funcionaba hasta que Juanjo dejó el local, según testimonio de éste, pero con su mujer Teresa y con su hermana Eva al frente, el negocio se había hundido.

El chef quiso comprobar de primera mano el ruinoso negocio, y ahí se encontró con Teresa, la compungida esposa y encargada matinal, que le mostraba entre lágrimas sus preocupaciones; "Me comunico con mi cuñada por cuaderno. Mi hija llora por no ver a su padre". Tan desgarrador y tan poco creíble fue el testimonio que Chicote pasó de movidas y soltó; "Esto por fuera para una cafetería, por dentro es un bar de copas y queréis que sea un restaurante. Muy bonito". Chicote se encontró en este episodio con la cocina más pequeña de la historia en la versión española de Pesadilla..., lo que hizo soltar; "Esto es como un ascensor. Debéis contratar a cocineros pitufos para que quepan más".

A Chicote lo que le molestó en la cocina no fueron sus dimensiones, sino la falta de mugre, ya que a él le encanta mostrar a cámara la mano llena de suciedad, poner cara de asco y soltar frases con chispa para el aplauso de la audiencia, que quiere morbo en vena.

Cuando el afamado chef se sentó a probar los platos, se quejo de los precios del restaurante; "Siete euros un postre, esto es de locos". Esperaremos a que Chicote abra esta primavera su negocio, en lo que seguro que cobrará un "pastizal", aprovechando la burbuja de los cocineros famosos que hacen de todo menos cocinar; salen por televisión, hacen anuncios, dan conferencias, etc.

Chicote celebró que las croquetas caseras estaban buenas, pero para compensar puso por los suelos al pollo de la ensalada cesar, a una supuesta salsa casera y a la hamburguesa de Kobe, que no había pisado Japón. Chicote abroncó por ello a Florín, el cocinero rumano del local, y también le echó la bronca a Teresa por no saber como salen los platos, lo que la hizo llorar por segunda vez sin lágrimas. Cuando Chicote se largó, Teresa aprovechó para vengarse con una bronca a su subordinado.

El servicio de la tarde empezó con sorpresa; la salsa verde de uno de los botes estaba al borde de la putrefacción, lo que hizo estallar al chef; "Un huevo que lleva dos días hecha. A mi esto me hace vomitar. Se me pone el estómago del revés del asco que me da, y menos mal que no he comido nada que llevase esto. Tírala a tomar por el culo, anda".

Chicote comprobó de primera mano la descoordinación y la falta de comunicación entre Teresa y Eva y llamó a Juanjo para informarle, lo que provocó que Teresa llorase por tercera vez en apenas quince minutos de programa. Para arreglar el entuerto entre cuñadas, Chicote las juntó y logró que se abrazasen y llorasen juntas-la cuarta para Teresa-. Además le dio un primitivo curso al cocinero rumano sobre elaboración de nuggets, acortó el menú, su equipo renovó la imagen del local y el último servicio como siempre salió bordado. Teresa remató su semana de la lluvia con su quinta llorera y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Fin.





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