Dieter Brandau y Javier Somalo, el lado oscuro de esRadio-y César Vidal ataca a Luis Herrero-



El poder en la sombra del Grupo Libertad Digital está quedando a los pies de los caballos en los últimos tiempos. Primero fue César Vidal tras su salida el que los puso en la picota y ahora ha sido Miquel Rosselló, que ha trabajado para el grupo los últimos seis años. En su blog ha explicado su salida, con César Vidal como protagonista involuntario-él le devolvió personalmente sus cuentas en las redes sociales- y Javier Somalo-director de esRadio- y Dieter Brandau-jefe de informativos de la emisora- como "chantajistas", pelotas, incompetentes, altivos y sin sustancia;
Pude ver con mis propios ojos como la gran fotografía de César Vidal que había en el pasillo central junto a los otros dos fundadores de EsRadio, Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero, había sido arrancada dejando unos desconchones en la pared. Era como si César Vidal nunca hubiese existido, lo más parecido al damnatio memoriae que practicaban los antiguos romanos. Según me contaron, el encargado de arrancar el retrato fue el propio Javier Somalo, director de EsRadio. Entre esconder la imagen de César y censurar sus últimas tertulias la situación me recordó a las prácticas narradas en la distopía 1984 o la fijación de Stalin por borrar a Trotsky de las fotografías(...)
La tarde del día siguiente empezó de forma similar hasta que Dieter Brandau, con sus andares como de chulo de feria, vino a verme a mi mesa para llevarme al despacho de Javier Somalo, que esperaba sentado detrás de la mesa demacrado, desafiante y con cara de vinagre. Allí, fui testigo paciente de lo que los trabajadores de LD conocen como “puritadas” o lo que algunos también llaman “gestapos”. Lo de “puritadas” viene porque en cada sesión entre los dos se fuman media lata de Café Creme (sí, como siempre han sido jefes todavía no se han enterado de que está prohibido fumar en las oficinas). Lo de “gestapo” no creo que haga falta que lo explique, habla por sí mismo. La “puritada” busca, como ya me habían prevenido, atemorizar al empleado y predisponerle a hacer lo que ellos quieren.
En dicha reunión me ofrecieron “pactar mi despido” o “arrepentirme”. Yo, que estoy a bien con mi confesor, consideré que no debía arrepentirme de nada de lo que ya había dicho en mi Twitter personal (ahí está para quien quiera consultarlo), pero tampoco pactar mi despido, aunque entiendo que cualquier empresario puede despedir a un trabajador si así lo tiene a bien. Aquella reunión me pareció surrealista, continúo sin entender qué hacía allí el director de los servicios informativos (Brandau) y el subdirector del digital (Dani) tratando un asunto de la radio con un trabajador contratado por Cronos Multimedia (productora de la antigua televisión de LD). Tal vez con mi “arrepentimiento” (esa fue la palabra) tan solo pretendían salvar mi alma corrupta, aquello me recordó a un tribunal del Santo Oficio.
Tal y como estaba el ambiente laboral en la casa -y fuera de ella-, el trabajo era el trabajo y estaba dispuesto a hacer lo que me pidieran como hice desde el primer día que entré a trabajar en Libertad Digital en el ya lejano año 2007. Así se lo hice saber. No tenía nada de lo que arrepentirme, pero mostré disposición a hacer lo que ellos considerasen oportuno. En aquella empresa he hecho de todo, desde tráfico de materiales de la televisión (películas, documentales, etc.) a colaborar en el programa de César, pasando por sustituir al jefe de opinión, hacer la parrilla de programación, supervisar la continuidad de la tele, locuciones, traducciones y un larguísimo etcétera que incluye, a modo de anécdota, el transporte de cintas de vídeo en mi moto para que Dieter las colocase en emisión como falsos directos. También he filtrado miles y miles de SMS en las tertulias y hasta en el programa Debates en Libertad de Javier Somalo, que se emitía en diferido los sábados por la noche. Ese fue uno de los incontables absurdos que llevaron la televisión a la quiebra. No entraban apenas mensajes (cinco o seis la mejor de las noches), pero tenían a un empleado de guardia para pasarlos e inventarse el resto. Todo por el ego del hombre este. Volviendo sobre el tema que me estoy desviando, la reunión-puritada terminó y me dijeron que analizarían la situación y ya me dirían.
Se tomaron dos días para “decirme” lo que yo ya sabía, al término de los cuales Luis Rodríguez, el director gerente, se puso en contacto conmigo para que fuera un poco antes de empezar mi jornada laboral. Mis papeles del despido ya estaban preparados, firmé y al día siguiente lo dejamos todo arreglado. Al salir me crucé con Javier Somalo y bajó la cara. Sorprendente cambio de actitud, de la arrogancia a la vergüenza en 48 horas. Algo muy suyo por cierto. Todos los que han salido de ahí han tenido un cruce similar con él.
No me pude despedir de muchos de mis compañeros por lo enrarecido de la situación, así que quiero aprovechar ahora para enviar un abrazo a los compañeros y amigos, todos grandes profesionales, que todavía trabajan en Libertad Digital. De otros sí que me pude despedir, en público o en privado, en voz alta en la calle a resguardo de oídos indiscretos o entre susurros en algún rincón de la redacción. Incluso alguno me ha escrito atemorizado por lo que pueden hacerle si le lleva la contraria “a los jefes”. Los jefes son, por si no había quedado del todo claro, Dieter Brandau y Javier Somalo. Esa situación de temor y delación es algo de lo que no eres plenamente consciente hasta que estás fuera de la empresa y tu alquiler ya no depende del cambiante humor de estos dos.

Uno de los aspectos más frustrantes de trabajar en Libertad Digital era comprobar con estupor como cualquier iniciativa, cualquier indicio de proactividad eran paralizados inmediatamente por Dieter Brandau y Javier Somalo. Bastaba con que hicieses algo bien para que dejases de hacerlo en el acto y te pusiesen a hacer lo contrario o a que te pudrieses en el tedio de copiar y pegar teletipos “cambiando el titular”, que es lo que Somalo y Brandau entienden por periodismo. A menudo tomaban la idea ajena, se apropiaban de ella y luego se ponían la medalla delante de Recarte o de Losantos. No les culpo. Ninguno de los dos son periodistas en sentido estricto. Uno porque es, según dicen, antiguo técnico de sonido de Radio España devenido director de un diario en la red por obra y gracia del otro, que sí tiene el título de periodista… y punto. Más allá de verle leer el teleprompter en los telediarios de LDTV y de repetir como un papagayo en su programa de radio lo que Losantos había dicho tres horas antes, Dieter no conoce este oficio, fundamentalmente porque nunca ha necesitado ejercerlo. Desde hace unos años, además, van de “directivos audiovisuales” (especímenes, por cierto, que Losantos odia de obra y palabra) y eso les ha quitado de todo lo demás. Y como curiosidad para los oyentes y lectores fieles, ninguno de los dos es liberal. Están, como dice un buen amigo con su habitual retranca madrileña, “en algún lugar entre el vacío del espacio profundo y el facherío vociferante del fondo sur del Bernabeu”.
A pesar de todo, quiero transmitir mi enhorabuena a Dieter Brandau, quien por fin ha conseguido presentar uno de los tres programas “pilares” de EsRadio. Tanto purito, tanto atormentar al personal y tanto esperar a Losantos a las 12 en punto en la puerta del estudio para acompañarle hasta la puerta del coche tiene ya merecida recompensa. Cierto es que recibe la medalla de bronce, y no la de plata como probablemente se esperaba. Quizá la de plata –el programa de la noche- esté reservada para Somalo cuando consigan aventar de una vez a Luis Herrero. No creo que “el del bigote” les cueste demasiado. César Vidal o Javier Rubio eran obstáculos mucho mayores y mirad donde están ahora unos y donde están los otros. Por el camino han tenido que soltar mucho lastre, unos eran amigos y otros, simplemente, trabajadores. Se cuentan por decenas los despidos en Libertad Digital y, pese a la nefasta gestión que se lleva desde hace años, sus gestores son los mismos y no creo que cambien. Lo de Libertad Digital es el caso del bombero pirómano llevado a su máxima expresión. Desde fuera se podría decir que ocurre algo parecido a lo que critican en la clase política: recortan por abajo y castigan al productivo mientras mantienen sus privilegios de casta dirigente y se blindan ante el fracaso.


César Vidal está de acuerdo con el artículo y no ha dejado de recomendarlo en la famosa cuenta de Twitter. El periodista también ha atacado a su sustituto-Luis Herrero, al que recomendó como sustituto para asegurarse que "el lado oscuro" no llegase al poder total en esRadio-. Sobre la sustitución de Luis de la cultura por tertulias de fútbol y crónica rosa, César ha escrito;
“Madre mía... crónica rosa y fútbol... qué poco se tarda en destrozar lo bueno”. ¿Qué esperaba César de Luis? Su veterano sustituto que hace desde su vuelta del Europarlamento una radio "con desgana" es un inculto que como mejor se encuentra es hablando de cine y fútbol, como a Federico en los últimos tiempos se le encuentra más cómodo hablando de la prensa rosa que de la política. Desde la marcha de César la cultura en esRadio brilla por su ausencia.

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