El puñetazo en la mesa que necesita Rubalcaba y la dictadura perfecta de Jiménez Losantos.



En este blog siempre hemos azotado duramente a Federico Jiménez Losantos. Su ultraliberalismo aliñado con sectarismo, guerracivilismo y malos modos han sido la razón.
Federico en su etapa COPE fue un tiranuelo que quiso imponer el programa de oposición a la derecha sin presentarse a las elecciones en la segunda legislatura de Zapatero.
Además su siniestra amistad con Esperanza Aguirre marcada de elogios y propaganda a cambio de publicidad institucional y licencias-las limosnas políticas de nuestro siglo- han ayudado a ello.
Pero hay que reconocer entre tanto insulto y tanto exceso que Federico hay cosas que dice o escribe que están llenas de sentido común-el menos común de los sentidos-.
Como por ejemplo la visión de los nacionalismos que desarrolló en La dictadura silenciosa, escrito y publicado hace veinte años.


El turolense repasa la obsesión de los nacionalistas por imponer la lengua, por reinventar la historia, por hacer buenos-ellos- y malos-los demás- y por la utilización constante de un victimismo falso, aderezado de una ideología difusa que les permite amoldarse a los tiempos sin ningún problema.
En el libro describe a los nacionalismos como la dictadura perfecta y pone el ejemplo que puso hace unos años Vargas Llosa; el PRI mexicano. Un partido que se mantuvo en el poder setenta años sin arrasar torpemente a los enemigos-que a la larga se juntan y se vengan- y sin escandalizar a la opinión internacional-que a la larga va a por ti-.
Este partido subvencionaba a la oposición política, promocionaba a los intelectuales críticos y que regeneraba las altas esferas para dar una apariencia de democracia, cuando no la hubo-hay que decir que es injusto hablar mal del PRI, cuando fueron los que más y mejor ayudaron a los exiliados republicanos españoles. Queda dicho-.


La dictadura perfecta es la que tiene la apariencia de democracia, que sigue un sistema económico que no hunde en el hambre o la miseria a sus ciudadanos y que ayuda a los países pobres para congraciarse al mundo.
Pero a la vez pone un límite político, judicial, económico o cultural que deja fuera del sistema a los que cuestionan el sistema. Nunca a los opositores políticos porque estos legitiman la democracia aparente.
En esta dictadura silenciosa y perfecta podemos recordar las políticas nacionalistas de los Pujol o Arzallus, que han hecho todos estos años lo que les ha dado la gana, con un continuo chantaje a Madrid hasta cierto punto. Porque también han vivido bien gracias a la complicidad de gobernantes como Felipe González, que los dejaba a sus anchas si no se metían en aventuras secesionistas-un pacto que ha durado hasta que Mas se ha puesto bravo y desde Madrid han filtrado a los medios los chanchullos de la familia Pujol durante estos años-.
Parecido sistema han utilizado algunos regionalistas, como los navarros de UPN que apoyándose en el centro derecha, con el dinero de la CAN en un brazo y el clero en otro han convertido al antiguo reino en una casa de putas-hay casos menores de ideología difusa como el del oportunista Revilla en Cantabria-.
Estos partidos nacionalistas y regionalistas son amalgamas de corrientes, sin una ideología común clara-esto ha provocado algunas rupturas o escisiones, como el caso del desaparecido CDN en Navarra o el izquierdista Eusko Alkartasuna en Euskadi-.


Uno de los problemas de España es que está cargado de nacionalistas. La derecha del PP con el nacionalismo español y los nacionalistas con el suyo en las diversas autonomías españolas.
Quizás esa ha sido la virtud socialista de los últimos cuarenta años. Nunca se ha abrazado a ninguna bandera y cuando había algún guiño nacionalista era rápidamente contrarrestado por barones de la talla de Rodríguez Ibarra, Bono o Paco Vázquez-hoy siguen ese discurso Fernández Vara o García Page, pero con menor fuste-.
El gran problema que dejó ZP en el PSOE-muy bien descrito en el libro El Maquiavelo de León de García Abad- es que rompió el discurso nacional por puro interés electoralista.
En sus dos victorias se quedó con el tradicional voto de centro izquierda socialista añadido a el voto de los comunistas con sus guiños sociales y con el voto de los secesionistas con los guiños nacionalistas. Pero en esos años parecía que no pasaba nada porque no había un claro problema de independentismo a las bravas. Pero ahora con Catalunya tensando la cuerda secesionista el discurso socialista se ha quedado desnudo por su indefinición.
Tuvo que ser El País como siempre quien diera la solución al pantanoso terreno catalán-para qué quiere el PSOE financiar la Fundación Ideas teniendo El País-.
El federalismo que promovió Cebrián parecía que contentaba a los españolistas y catalanistas.
Pero ni unos ni otros tragan y el PSOE no tiene fuerzas en su momento político más débil como para liderar un cambio de sistema.


En el PSC las esferas son claramente catalanistas, que se aprovechan de las tradicionales bases de votos que les llegan de las clases populares-el charneguismo y los barrios-.
Rubalcaba debe romper con el PSC y abrir una pequeña sucursal en Barcelona para acabar con el continuo chantaje del travestismo nacionalista que ostenta el poder actual en el PSC.
España entenderá a la larga que el discurso fácil de la derecha durante unos años que dice que han arruinado al país es una burda mentira para que Rajoy ganara unas elecciones, que en una circunstancia normal nunca hubiese alcanzado.
Cuando escampe el poder de la derechona cacique que asfixia con impuestos a las clases medias, tras prometer que eso nunca ocurriría y que deja sin derechos básicos como la educación o la sanidad a las clases bajas. Todo ello encamado con la Banca a la que paga su ruina, mucho mayor que las deudas ciudadanas que ellos se niegan a saldar.
El PSOE tiene que romper con el PSC y no debe temer a las encuestas-en todas el PSC está hundido-. En Ferraz temen que se quiebre un tradicional granero de votos socialista, ya que es muy difícil imaginar una victoria del PSOE con unos pobres resultados en Catalunya.

Pero es discurso electoralista diluye un mensaje nacional y le resta votos a Rubalcaba en las otras autonomías sin sentimientos independentistas.
El golpe en la mesa que necesita Rubalcaba sería visto positivamente por gran parte de su electorado y le confirmaría como un político a tener en cuenta.
Alfredo hasta ahora se ha mostrado como un líder débil toreado por un tal Pere Navarro, que no ha empatado con nadie.
No hay nadie como Rubalcaba con tanta experiencia y maneras para construir una alternativa seria al poder de la derechona. La única que ha dado un paso adelante para combatir su liderazgo ha sido Chacón, manchada de secesionismo catalán y de negocios con Roures, y que no le llega a Rubalcaba ni a la suela del zapato.


El problema que tiene Rubalcaba es la cuadrilla que le rodea, que le aconseja el inmovilismo hasta que pase la tormenta. La misma medicina que llevó al poder a Rajoy-el gallego estuvo en la oposición más de un año sin convocar ruedas de prensa en Génova-.
Rajoy antes del congreso de Valencia en 2008, sufrió una brutal campaña entre los barones más relevantes-Esperanza y Camps- y los comunicadores más influyentes-Pedrojota y Federico-.
Pero como en el PP no hay democracia para elegir al líder-cosa que sí hay en el PSOE- pues ganó Rajoy amenazando al personal que no se presentara contra su candidatura-en un Congreso libre Marianico el Corto tras perder dos elecciones no hubiese alcanzado ni el 3% de los votos-.
Pero Rubalcaba no debe seguir esa estrategia cobarde, cuando él nunca lo ha sido en política.
Rajoy pese haber arrasado con mayoría absoluta no deja de ser un puto perdedor, cosa que no cambia un resultado electoral, y menos en una situación excepcional como esta.
Mariano se abrazó al mensaje de Arriola, que dice que la derecha española sociologicamente no puede ganar unas elecciones, si no se disfraza de centro. Porque si se presenta como derecha-derecha, los mensajes más radicales son rápidamente asociados a Franco.
Rubalcaba debe enmendar los errores que cometió ZP con los nacionalistas-que también le ha dejado como herencia una desconfianza económica del electorado hacia el PSOE-.
Suerte maestro.

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