La primera Corinna



Los líos sexuales de nuestro jefe de Estado son conocidos -y ahora publicados- por todos.
El incidente de Botswana abrió definitivamente la veda sobre la vida privada de Juan Carlos I, que siempre había tenido el privilegio de tener sus escándalos financieros y sexuales a buen recaudo.
Durante cuatro décadas este primitivo señor ha vivido como le ha dado la real gana, sobrepasando algunas veces lo legal y casi siempre lo moral.
Solo algunos libros vetados por las grandes editoriales se habían atrevido con la agitada vida del monarca y solo un periodista-Pedrojota- se había atrevido a sacarle los colores desde un periódico.
Los empresarios de la comunicación se convirtieron durante años en cómplices, tapando sus follones para congraciarse con él, a costa de hurtarle la información a sus lectores-Asensio compraba millonarias fotos comprometidas para guardarlas en un cajón de Interviú-.
Había un miedo común a que si enfadabas a Juan Carlos y este se decidía a levantar un teléfono y llamar a los capos de los grandes empresarios, estos te asfixiarían con un veto publicitario.


La testada cabeza solo había recibido de la prensa algunos leves arañazos, como el caso del verano del 92.
Ese verano el Rey "no estaba" para firmar un Real Decreto. Y Pedrojota se atrevió a publicar en El Mundo las informaciones de unas revistas italianas y francesas que daban el porqué de la ausencia; su aventura con la diseñadora mallorquina Marta Gayá.
Pedrojota salvó el culo gracias a una comida en Zarzuela organizada por Mario Conde y gracias a escupir sobre un derecho que ha costado años lograr; el secreto profesional periodístico.
El periodista fusiló a su fuente, Sabino Fernández Campo, que era enemigo de Conde y que de vez en cuando daba "toques" al Rey para que espabilase con su comportamiento personal.
Esta bajada de pantalones del riojano le costó el puesto al fiel Sabino, a costa de salvar el suyo y el Rey mantuvo su vida lidibinosa habitual con la complicidad de Felipe González y la prensa en general.


Las amantes del Rey son muchas y muy conocidas. Andrew Morton en un libro recientemente publicado dice que ha tenido más de 1.500 amantes, algunas tan conocidas como Sara Montiel o Paloma San Basilio.
El pasado año ya se atrevió Pilar Eyre con el valiente libro La soledad de la reina, que contaba la vida teatral y fría que vivían la pareja real. Pilar sufrió más que el inglés con la publicación del libro; sufrió la censura de la editorial para nombrar a las amantes y encima sufrió un veto de Telecinco, que ha sido su cadena durante más de una década.
Ahora con Corinna copando portadas todo ha explotado. La prensa rosa inmune a las presiones de los poderosos-empresarios y políticos- ha convertido a la conseguidora en una estrella mediática. No se sabe si las entrevistas concedidas por esta señorita son la venganza del Rey a la Reina, si son por salvar las acusaciones sobre corrupción o si es la muestra de la ruptura del "noviazgo".


El Caso Corinna recuerda a otro que vivimos hace casi 16 años, cuando una famosa amante chantajeó publicamente al Rey ante la atónita mirada de la sociedad española.
Era el verano del 97-como la canción de Estopa- cuando los telediarios abrían con la imagen de Bárbara Rey en la puerta de su chalé denunciando al amigo íntimo del Rey Colón de Carvajal, de haber robado junto al CNI varias cintas de vídeo y fotografías comprometidas.
Tras una década de relaciones Bárbara temía que esta difundiera las pruebas de sus relaciones íntimas con Su Majestad-en esos meses ya se escuchaban los rumores de otro vídeo que poco después sería polémico; el de Pedrojota-.
Barbara estaba sin trabajo en ese momento, tras disfrutar durante años de grandes contratos con TVE para presentar programas de variedades y protagonizar revistas.
En junio del 97 se paralizaba España con el verano ya a la vista; Bárbara Rey había denunciado el día 6 el robo de cinco vídeos comprometedores y de varias fotografías y diapositivas con "una de las personas más importantes del país".
Denunciaba que Colón de Carvajal había ordenado el robo-este era íntimo amigo del Rey y el que "consiguió una fortuna" para él según Cacho en su famoso libro El negocio de la libertad-.
Poco después la propia Bárbara admitía que había sufrido amenazas telefónicas de Manolo Colón y que se reunió en una ocasión con Mario Conde para "hablar del tema"-todo esto lo sabía el famoso Antonio Herrero, amigo y vecino de Bárbara-.


El día 26 la vedette era protagonista en el polémico Tómbola. En el transcurso del programa Mariñas-amigo de la actriz y de Antonio Herrero- sacaba a la luz la denuncia y esta llamaba en directo histérica para confirmar la información  y denunciar que tenía la casa "llena de micrófonos". "Yo solo he dado cariño a alguien que lo necesitaba", concluía la famosa vedette.
Una semana despues el plató de Tómbola ardía al anunciarse la entrevista en directo de Bárbara.
Minutos antes de comenzar la emisión en directo el equipo recibía "ordenes superiores" que vetaban la presencia de Bárbara, que había firmado un contrato por acudir al espacio presentado por Ximo Rovira por dos millones de pesetas.
Cuando a Bárbara le confirmaron la noticia esta explotó y se amotinó en el plató negándose a irse a su casa sin "contarlo todo". Entre los miembros de la productora consiguieron que la vedette saliera de los estudios de televisión mientras esta gritaba a todo el mundo lo que pensaba contar de su relación con el Rey.
Poco después nada se supo de la rubia explosiva ni de en qué quedó la famosa denuncia. Y un par de años después la propia Canal 9 anunciaba sorprendentemente el fichaje estrella de Bárbara para presentar un programa de cocina diario. La compra del silencio de la actriz fue evidente, pero su fuerte carácter le ha llevado a insinuar durante años en la telebasura-DEC o Sálvame- su historia más polémica.


En los últimos tiempos la hemos visto apoyando a su hija Sofía cuando esta concursaba en Supervivientes y se hacía pública la relación de su niña con una ex-granhermana-también Bárbara confesó sus relaciones sexuales con la periodista Chelo García Cortés-.
Ahora la Rey calla sus relaciones con el Rey mientras disfruta de una jubilación dorada.

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