Aída Nizar, madera de periodista.





La señora que saltó a la fama por provocar en todos los platós y por no llevar bragas ha sido condenada por un juez a pagar 1.000 € por faltar el respeto a unos policías tras negarse a ser identificada. Todo ello en medio de la grabación de "Sálvese quien pueda", una sección de denuncia dentro de "Sálvame", donde supuestamente esta señorita hace periodismo de primera.
"Es valiente y es un ejemplo de periodismo", dicen ahora sus compañeros de cuadra. Si el ejemplo de periodismo para ellos es Aída no sabemos donde tienen el listón.
Hace un mes la pudimos disfrutar en una de esas piezas sensacionalistas que ella prepara. Acudía a la casa de un pobre señor con síndrome de diógenes y no le ayudó, como ella repite en cada reportaje. Lo engañó para entrar en su casa, enseñar su nevera y su habitación y rematar diciendo que olía a pura mierda y amagar un vomito que no llegó a producirse.
Evidenciar al enfermo era el propósito. No ayudarlo, ni aconsejarlo, dejarlo en ridículo.
Esta es la especialidad de esta señora, predicar periodismo "puro" a la par que ofrece sensacionalismo barato. "Nací para comunicar", dice en su web oficial. Claro que sí.
Pero que vamos a esperar de esta petarda egocéntrica, enferma de cámara que alimenta su personaje provocador para beneficio de su bolsillo -el personaje negativo también les ha funcionado a su modo y en la misma cadena a Risto Mejide y a Rafa Mora-
Ahora ya no la llaman para incendiar platós, que es su especialidad. Ahora es mucho peor.
Cuando iba a hacer el freak y a provocar, solo se metía con los cotillas que tenía alrededor.
Ahora hace su show de una manera más mezquina. En barrios chabolistas, con enfermos o aprovechándose de peleas de vecinos. Las desgracias y los dramas de la gente llana siempre son apetecibles para la telebasura. Sino de que vivirían AR o la Griso.
'Telecinco' siempre ha usado a esta ex-granhermana para provocar sensaciones. Da igual que sean buenas o malas, lo importante es que la gente se queda insultando al televisor, pero al menos no lo apaga, que eso sí que es un drama para un directivo de la tele.
Le pasó con ella al gran Sardá. Le encantaba verla insultando a unos y a otros mientras el público aullaba. Daban igual sus malos modos, hasta que un día traspasó la delgada linea roja.
"A cada uno da Dios lo que se merece", le dijo a un señor en silla de ruedas en "Crónicas Marcianas". A Sardá le volvió la conciencia y la echó a la puta calle. Pero en cuanto la audiencia cayó la volvió a llamar. La audiencia es más importante que la dignidad para algunos.
Aida siempre zambullida en estos pozos de lodo siempre vende veneno. El tráfico de drogas duras siempre funciona en la cadena amiga.

1 comentario:

  1. Como diría Risto, esta mujer es un producto. No creo que en su vida normal sea así. Yo he podido seguirla medianamente en un programa que tuvo en un canal TDT desaparecido y, aunque no era un periodismo como tal, la mujer lo hacía muy bien y tenia una actitud muy diferente a la que vemos en Mediaset.

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