La hegemonía conservadora en el ecosistema mediático español está regalando los marcos favorables a la oposición: Díaz Ayuso se victimiza, en vez de despejar las sombras de la operación de compraventa de mascarillas, y mientras tanto es aplaudida por las calles a pesar de que lidera una institución que lleva décadas gobernada por delincuentes con carné del PP, que debería ser ilegalizado como lo fue otra máquina de robar, Unió Mallorquina.
No está de más recordar que desde Madrid se miraba con surfobia y clasismo a Andalucía porque su ciudadanía se empeñaba en votar a una formación corrupta que tejió una asfixiante red clientelar, el PSOE andaluz. Nadie dice nada sobre el apoyo dos habitantes de la Villa y Corte a la transformación siciliana de la capital bajo personajes sórdidos como Esperanza Aguirre, Ignacio González, Cristina Cifuentes o la propia Díaz Ayuso, camino de la Fiscalía.
La actual presidenta tiene suerte: la cámara la adora; la izquierda no ha encontrado antídoto ante tanta sencillez dialéctica y política; y Miguel Ángel Rodríguez, tras llevar años dando verguenza ajena en tertulias, ahora le ha demostrado al autoritario y torpe de Teodoro García Egea que más vale el Diablo por viejo que por Diablo al golpear primero y conseguir que los mass media miren a los espías en vez de a las mascarillas, que aterrizaron en España con el mismo olor a testaferro que las de Ábalos.
También es cierto que Ayuso cuenta con un presupuesto en publicidad institucional que repartir para desgracia del opositor Pablo Casado, un pelota de Génova 13 sin personalidad que tuvo un golpe de suerte en 2018. La fortuna, cuando cual Rivera decía ver La Moncloa tras utilizar fallidamente a Castilla y León para tapar sus inseguridades, ha sido dilapidada por sus mediocres cuates.
El tal Casero, que votó con el pie la 'reforma laboral', o el autoritario García Egea, que quiso utilizar la porquería ayusista para apartarla del camino del PP y garantizar así el triunfo del volátil líder de la oposición, de verborreico neoliberal que no pisó 'Harvarvaca' a barbudo moderado que se dolía, dice ahora, de los golpes policiales que se llevaron los soberanistas catalanes el 1O.
Díaz Ayuso, que no quiere líos antes de que salten nuevos contratos, no peleará en el Congreso y se repartirá puestos con Núñez Feijóo, que va a conseguir venir a Madrid entre vítores y sin rivales de fuste.
Quizás resucite mediáticamente su amigo el narco. Pero hasta entonces disfrutará de la complicidad de los grandes medios conservadores, que han tumbado a Casado de la mano de medios como ABC o El Mundo.
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