Los secretos de la derrota de Telecinco: inmovilismo y precariedad




Al resultadista Paolo Vasile no le será grato ver que Kantar Media certifica hoy la derrota ya sin foto finish de Telecinco frente a Antena 3, que rompe tres años de dominio absoluto de Mediaset y recupera el autoestima perdida tras demasiado tiempo caminando por el desierto. 

Esta victoria mensual, que tiene premio porque septiembre ha tenido un comportamiento a nivel publicitario mejor que el de los últimos años, podría marcar el fin de ciclo de Telecinco y el inicio de una etapa de dominio de su rival directo. 

Inmovilismo

Al final de ciclo podría contribuir el inmovilismo del personalista Vasile, que antes no delegaba y ahora no actúa. El CEO italiano lleva tres años viendo impertérrito como se descapitaliza la parrilla de Telecinco ('Pasapalabra' o 'La Voz') mientras la de su rival se dispara con concursos que propulsan a los informativos y unas telenovelas turcas que han sido la guinda que ha certificado el sorpasso. 

A Vasile le han faltado reflejos (tan solo los ha mostrado para precipitarse con 'Alta tensión' del pobre Christian Gálvez, cabeza de turco y condenado a conformarse con el show supuestamente humorístico que realiza para Cadena 100) e imaginación (el adelanto del reality a las 20 horas es uno de los recursos más cutres que se han visto en los últimos años en televisión). 

Al canal de Mediaset le faltan cada vez más piezas del puzzle, siendo visibles los huecos que van antes del Informativo nocturno, en el inicio del prime time y en varias noches que ahora están rellenas de realities low cost y series de bajo share. 

También falta cordialidad en Fuencarral, que antes promovía las guerras entre productoras pero ahora teme la de Unicorn Content, con sede en Alcàsser y negocio en 'TeleAyuso', y la 'sanchista' La Fábrica de la Tele, que ha perdido la alegría tras la muerte de Mila Ximénez y la rebaja de la implicación del terraplanista Kiko Matamoros y del arrepentido Kiko Hernández.

Precariedad

Mediaset no tiene demasiados productos en la despensa para levantar el vuelo ni parece tener ganas de tirar de chequera para comprar killer formats. La razón es también el resultadismo, en este caso económico, del 'mourinhista' Vasile.

Porque el CEO italiano tiene una obsesión: la rentabilidad. Quizá tiene algo que ver que su padre se arruinase de forma romántica por su amor al cine. Esta situación quizás llevó a pensar a Paolo que él debería ser su el negativo fotográfico de su progenitor y debía pensar solo en los beneficios, en vez de hacerlo en la calidad del producto audiovisual que realiza. 

Y en los beneficios lleva pensando 22 años porque el trabajo real de Vasile, que a nadie se le olvide, es exportar millonarios beneficios a Italia para bañar de oro a la familia Berlusconi, muy atenta al resultado del ejercicio y muy poco al decimonónico funcionamiento de la cúpula de Mediaset España.

La parrilla

La obsesión por el dinero llevó a Paolo Vasile a renunciar a renovar formatos que según él no eran muy rentables y que ahora nutren a su rival directo ('El hormiguero' de Pablo Motos o el recetario de Karlos Arguiñano). 

Para ver la situación de Mediaset no hay más que repasar la parrilla de Telecinco, que en realidad es la unión de cuatro productos diarios: un magazine de seis horas de Unicorn Content (que lidera el primer tramo con AR), el maratón de cuatro horas de 'Sálvame' (que funciona mejor en audiencia que lo que dicen sus obsesivos enemigos), dos informativos realizados con redacciones minúsculas y una alarmante falta de medios, y la gala o debate del reality nocturnos de otras cuatro horas (complementadas por series casi amortizadas por sus pases en Prime Video).

Todos estos programas están producidos por factorías participadas por Mediaset, que al igual que Mercadona dictamina cuál es el beneficio industrial de sus proveedores. Quizás esta estrategia invite a que muchos de estos programas se aprovechen de aspirantes a famosos o juguetes rotos para rellenar la pista circense. 

Mileurismo estelar

Patricia Domínguez desveló que los concursantes de 'La última tentación' cobran apenas 1.000 euros por ser incitados y grabados cual zoológico durante casi un mes y Ángel Garó aseguró que tuvo que negociar para que le dieran 2.000 euros por acudir de comensal a 'La última cena'. 

Es decir, que mientras TVE se gasta 25 millones de euros anuales en las distintas versiones de 'MasterChef' y Antena 3 tira de chequera con 'Mask Singer' o programas como 'El hormiguero', Telecinco programa espacios de cartón-piedra como 'Volverte a ver', baratijas como la serie 'Madres', unos 'Sábado Deluxe' que sustituyen las estrellas de 'Tómbola' por personajes de tercera y unos deslucidos realities que, al menos hasta que llegue 'Supervivientes', están lastrados por formatos caducos y personajes de relleno. 

Con estos espacios difícilmente vencerá la ajada parrilla de Telecinco a Antena 3, que quizás debería pensar en seguir subiendo en audiencia sin formatos carbonizados como 'Espejo Público', '¡Boom!' o el surrealista remake de 'Los hombres de Paco'. 

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