Las estrellas mediáticas del 'zapaterismo' lideran el 'antisanchismo' mediático






Es bastante lamentable que la libertad de expresión no opere en los medios de comunicación españoles. Y es que la clase política controla el cortijo medieval mediante licencias de TDT, el bloqueo de la radio digital, el chorreo publicitario de turno y las presiones a las entidades de crédito u otros poderosos que hagan caja con materias hipersensibles al BOE. 

El bloque socialista del Ejecutivo controla con el mando a distancia de Iván Redondo el mapa mediático español.  Y el spin doctor cuenta con la tranquilidad de que ninguna televisión va a poner a su jefe en apuros, que ninguna radio se va a salir del tiesto y que en prensa no hay nada serio que les atemorice. 

El PP, o más bien Pablo Casado, está esperando a la intemperie a que se consuman rápido los siete años del 'sanchismo'. Porque ya no hay ejércitos mediáticos con los que presentar alternativa al poder y menos en Génova 13, sobreviviendo con la cesantía hasta que cambie el turno decimonónico. 

El PP no tiene quien le escriba 

Casado no tiene ni un solo editor de confianza porque Galiano se ha empeñado en convertir El Mundo en El Alcázar, Enríquez apuesta por el pragmatismo vasco modelo El Correo para ABC y Barriocanal no está para tumbar nada porque sus objetivos son hacer caja con las sevillanas deportivas de COPE y no molestar demasiado al PSOE, que el día que quiera acabará con el derecho de pernada fiscal de la Iglesia. 

En el PSOE, encantados con el rechazo de Prisa a la oferta de Blas Herrero, se pueden echar la siesta y cuando se despierten la única inquietud audiovisual se la han podido provocar alguna frase 'ayusista' de Ana Rosa, que debería invertir en alarmas 'antiokupas', y Vicente Vallés, que según la prensa monárquica es el nuevo Kapuściński español porque lee unos editoriales 'antisanchistas' de cuarenta segundos que son rebotados por los Ok Diario de turno y porque escribe unos artículos intrascendentes en La Razón y El Confidencial.

Iván Redondo no tiembla ante el colmillo tardío de Vallés, que modera muy bien los debates electorales y ha demostrado que quizás sea el mejor conductor de magazines informativos de España, véase 'La mirada crítica' y 'La noche en 24 horas'. 

Eso sí, es una pena que todos los informativos de todas las cadenas sean clones asépticos que funcionan dependiendo del telonero de turno. Es decir, Piqueras lideraba hace unos meses gracias al empuje de 'Pasapalabra' y hoy lo hace Vallés gracias al empuje de 'Pasapalabra'.

Au así resulta curioso que algunas de las pocas estrellas mediáticas más críticas con el 'sanchismo' fuesen niños mimados por el 'zapaterismo mediático': Fran Llorente contraprogramó a 'El Gato al agua' con Vallés como estrella del Canal 24 horas. 

Y en RTVE el rey de las mañanas radiofónicas 'zapateristas' era Juan Ramón Lucas, que hoy en día parece estar opositando para que le regalen un magazine apocalíptico en Es Radio o para convertirse en el jefe de prensa del esclavista Amancio Ortega. 

Contraataque

Menos tranquilidad mediática se respira en Unidas Podemos. Y es que Pablo Iglesias comprendió hace año y medio que los flashes que le deslumbraban eran los de enemigo. El vicepresidente segundo del Gobierno es consciente de que todo el establishment quiere su cabeza. 

¿El objetivo de esta chusma? Que el PSOE vuelva al neoliberalismo rojigualdo y monárquico que predicaban cuando robaban con Filesa y mataban con los GAL. Y es que hay mucho progre mesetario incómodo cuando en España se aplican políticas de izquierdas.

Cierto es que no lo tienen fácil las élites porque Sánchez rompió demasiadas amarras cuando se sucedieron el 'no es no' contra el PSOE de Puerto Urraco, las primarias contra el nacionalismo español de Susana Díaz y la moción de censura contra la cleptocracia neofranquista.

Y esta higiénica distancia posibilita que dos señores sin ideología como Iván Redondo y Sánchez se fíen del 'malvado marxista' Pablo Iglesias, que ha encontrado respiraderos mediáticos gracias al equipo del influyente digital La última hora, que se ha consolidado como un rotundo acierto de Podemos, y a algunos tertulianos de Cintora, cuyo programa ha roto el monopolio informativo audiovisual de Atresmedia. 

Iglesias, que sabe que lo quieren tumbar mediante una 'lawfare', está harto de soportar la infame cacería personal que sufre al recibir metralla diaria de tres de los cuatro periódicos madrileños diarios del papel, de las tres principales emisoras radiofónicas y de la conservadora televisión española. 

¿Apoliticismo?

Es una pena que la caja tonta esté llena de un entretenimiento supuestamente apolítico que cada día es más conservador: AR y Griso enervan al personal con los okupas, Motos y Bertín cuñadean con chistes de mariquitas, José Ribagorda hace informativos propios de Trece en Telecinco, y el terraplanista Iker Jiménez ahora disimula tras sus alegatos antiinmigración.

Por su parte los "rojos y maricones" de 'Sálvame' adoctrinan con moral ultracatólica, resucitan la Inquisición y todavía sacan tiempo para humillar a juguetes rotos de la televisión a cambio de unas pesetillas. 

No cobrará nada por destaparse Cebrián, que esta noche admitirá en 'Salvados' que antepuso la defensa de la monarquía sobre sus tareas periodísticas. Está bien que La Sexta indague sobre un chorizo como el emérito o sobre un genocida como Franco. 

Pero mejor estaría que en Madrid no se hubiera vuelto a instalar el plomizo silencio sobre Felipe VI, que figuró durante un año como heredero de una cuenta en Suiza repleto de mordidas, se fue de 'luna de miel' con el dinero de un testaferro de su padre, recibió un Ferrari de Emiratos Árabes (que está mucho mejor visto para la prensa española que Venezuela) y ha heredado las amistades que tenía su padre entre algunos regímenes totalitarios. 

Ya lo dice el chiste, Felipe VI ha renunciado a la herencia de su padre... pero no a la herencia en forma de jefatura del Estado que le dejó un criminal fascista como Francisco Franco. 

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