Lo mejor y peor del primer año del 'Todo es mentira'






Día insufrible en televisión: 'First Dates' lanza su versión grabada en un crucero, el culebrón de cartón-piedra 'Vivir sin permiso' estrena segunda temporada, Mediaset hace seguimiento de la colección de realities irrelevantes que ha lanzado y Atresmedia sigue sin apretar en prime-time y nos ofrece dos films que hemos visto trescientas veces.

En fin, que hoy todos los focos políticos estarán en la formación del Gobierno, los rosas en el 'entierro' de la Campos en Movistar y los mediáticos en el primer aniversario de 'Todo es mentira', espacio que pudo haber revolucionado las sobremesas si hubiese funcionado en audiencia su formato inicial, show incisivo repleto de hachazos que estaban coordinados por la productora de 'Polònia'.

Por desgracia aquel intento no funcionó y Mediaset quiso que el programa levantase el vuelo de Cuatro convirtiendo un formato políticamente incorrecto en una especie de magazine en el que vemos ecos lejanos del 'Pecado Original'. También huele a 'G20' cuando ese impostor llamado Risto Mejide, gafas negras para tapar su falta de lecturas, abre la boca sin guión.

Pros

'Todo es mentira' ha apostado por el pluralismo dando voz a los independentistas cuando Madrid rugía sin lógica, ha dando cancha a libros antisistema como 'El director' y ha convertido al cloaquil Eduardo Inda en un friki por un piscinazo que ha pasado a la historia de la tele.

No está mal para un programa modesto que, cierto es, aspiraba a sorpassar este año a 'Zapeando' y no ha podido. Aunque al menos ha superado la maldición de las sobremesas de Cuatro. Lo celebrarán con la madrina perfecta: Mariló Montero, arrogancia sin sentido común, coleccionista de fracasos televisivos y comedora de las fake news de las que se mofan en Cuatro.


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