Guerra civil entre El Mundo y Libertad Digital por Pablo Casado










La principal fuerza electoral española resolvió en falso sus primarias por una razón: se dedicaron a tirarse a la cabeza ideología, marianismo contra aznarismo (con victoria del segundo, representado en el nacionalpopulista Pablo Casado), en vez de reciclarse y hablar de ética, asignatura de la que se debieran aplicar tras sumar casi 1.000 cargos imputados que provocaron un agujero en las arcas públicas de más de 100.000 millones de euros (cifra con la que podrían dar de comer durante siglos a esos negros tan fotogénicos a los que desprecia el nuevo presidente popular).

Casado, que ganó con el grito de "la España que madruga" pese no a tener un día cotizado fuera del pesebre político, cuenta con un mayor conocimiento del campo mediático que sus antecesores y pretendía dejar atrás el Caso Máster, que tan brillantemente está denunciando El Diario del siempre siniestro Nacho Escolar

La derecha mediática mira para otro lado con honrosas excepciones

En la derecha mediática también se abstienen de hablar de ética y parecen cruzar los dedos para que Casado sea absuelto de semejante fechoría. ¿La razón? La rabia que tienen tras el triple tortazo que se han llevado en dos meses: una moción de censura triunfante para los socialistas, apoyada por comunistas y nacionalistas, que supuso la muerte en la orilla del decaído Rivera y el pinchazo del tema catalán que tanto les excitaba.

Pero en El Mundo, que tan activamente apoyaron a Soraya, sueltan de vez en cuando algún mandoble a ese pícaro llamado Casado, defendido con uñas y dientes por Libertad Digital (que quiere salvar su ruina con una nueva inyección de la caja B de Génova o con algún nuevo trinque del Canal de Isabel II). Este disenso ha provocado una ruptura pública, puesta en evidencia por Losantos y refrendada por su portal.

Es cierto que es excesivo llamar a Casado "xenófobo" porque eso al menos sería tener principios y él solo tiene ambiciones. Y para alcanzarlas le da igual despreciar a la inmigración, hacerse pasar por liberal, mimar al aguirrismo cleptocrático o vestirse de torero si tercia. Este pájaro nació sin escrúpulos y puede aguar la intentona de rehacer el bipartidismo vía CIS para felicidad de la Casa Real, desbordada ante un choriceo y un puterío que ha alcanzado un nivel de obscenidad digno de la cobertura de El País sobre el atentado a Nicolás Maduro.










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