La crítica teatral machaca a Jorge Javier Vázquez








El estreno teatral de Iba en serio, obra de teatro autobiográfica de Jorge Javier Vázquez, se ha saldado con palos por parte de la crítica. No se pierdan la columna de Angélica Gómez en La Opinión de Málaga:
Érase una vez el hijo de una familia obrera emigrados a Badalona del que se mofaban en el colegio por ser homosexual y que quería ser un líder. Cada semana, el niño mataba por ser el primero en coger la revista Lecturas, que era lo que más le interesaba. Se educó en un instituto del Opus y se desvirgó a los 19 años pagando los servicios de un chapero. Al terminar los estudios de Filología comienza a trabajar como colaborador del Pronto y veinte años después se gana la vida proclamando miserias ajenas a los cuatro vientos. Fin. Una vida sin interés que suena a ciencia ficción surrealista y que revela, una vez más, el mal estado de salud en el que se encuentra nuestra sociedad.

Este es el argumento de 'Iba en serio', el sueño de Jorge Javier Vázquez, el protagonista de la historia, un musical que narra sus aburridas peripecias vitales. En cuanto a entrar en detalles técnicos, admito que la estructura del tinglao teatral cumple con las reglas escénicas de dirección (por cierto, de Juan Carlos Rubio, varias veces premiado como dramaturgo), iluminación y diseño del programa de mano. Con respecto a Kiti Mánver creo que ha defendido bien su papel, lo mismo que los personajes secundarios del montaje. Nada más que decir. La obra no da para más. Lo que sí da para reflexionar es el producto con el que hemos topado.

Y entramos en polémica, con la que está cayendo. ¿Es el Teatro Municipal Miguel de Cervantes el espacio más indicado para acoger este tipo de representaciones? Promover y difundir la Cultura es una de las obligaciones de una Fundación Municipal financiada por los ciudadanos. Ahora bien, ¿Qué entendemos por Cultura? Porque habrá quien diga que esto es Cultura y puede que hasta tenga razón, porque por definición, Cultura es el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo. Entonces, tal vez lo que habría que plantearse es el tipo de cultura que tenemos y qué tipo de cultura queremos. Y esto es una responsabilidad muy grande que no habría que tomarse a la ligera.

Entre la falta de responsabilidad y la falta de respeto que J.J. le demostró ayer a la profesión, pues así vamos. Falta de respeto porque J.J. se atrevió con todo: con la interpretación, con el baile y ¡con el cante! Pero bueno, que para cantar, bailar y actuar, hace falta mucho, señor Vázquez, a ver si se entera. Y claro, él dirá, «sí, mucho pero yo he llenado el teatro». Pues eso. Que si usted llena un teatro con un texto aburrido y sin talento para la escena, por mí puede seguir haciéndolo, tal vez entre el público se produzca el milagro y a algún espectador inquieto le dé por profundizar en este maravilloso arte milenario que es el teatro y descubra todo lo que un actor puede dar de sí. Incluso puede que algún día, también lo descubra usted.

Txema Martín en Sur también se ceba con el presentador de Telecinco:
Esta personalísima hazaña, Jorge Javier Vázquez ha contratado a un equipo artístico notable que da rienda suelta a su propio exhibicionismo sin levantar sospechas. El director es Juan Carlos Rubio, un dramaturgo con cierto prestigio y varios premios a sus espaldas, que ha elaborado un libreto con la dirección musical de Julio Awad, otro buen conocido en lo suyo. La poca o ninguna pericia del presentador de televisión sobre las tablas también está disimulada por la solvencia interpretativa de Kiti Mánver, que aquí hace las veces de la madre del ‘genio’, que por cierto se encontraba, en carne y hueso, en el patio de butacas, viendo lo que ha hecho su hijo con una vida que tiene poco, o nada, de espectacular. El principal problema de la obra es que en la vida de Jorge Javier Vázquez no ha habido nada que pueda ser descrito como un acontecimiento, así que por momentos el musical desciende hacia un mero catálogo de simplezas sostenido por la inaudita capacidad de reírse de sí mismo o de tomarse demasiado en serio.

El detonante de la obra es una primera consulta en el psicoanálisis que sirve de excusa para tirar del hilo y contarnos una parte de su vida, aquella en la que se basa en el 'best seller' que el presentador publicó y que llamó "La vida iba en serio" robando un verso de Jaime Gil de Biedma. Delante de nosotros transcurren algunos sucesos con cierto valor biográfico para el que los ha vivido, pero definitivamente faltos de interés para la mayoría. Uno se pregunta si España sería ahora más aburrida si Jorge Javier hubiera decidido seguir con su carrera de profesor de lengua en lugar de meterse a redactor raso de la revista 'Pronto'. Quizá uno de los momentos 'salvables' de semejante revista sea la imitación a Betty Missiego con ella delante, que tampoco se quiso perder el estruendo y que de facto se subió al escenario al final de la función cuando el público estalló en otra interminable ovación mientras había quien recogía sus cosas y se preguntaba: y todo esto, ¿para qué?




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