Paolo Vasile; el ocaso del capo de la televisión








Vacaciones en Roma. Éste ha sido el lugar elegido por Paolo Vasile, el consejero delegado del Ibex con más antigüedad. Seguro que el italiano no ha escatimado estos días en gastos, granizado para la señora o helados para los chiquillos-ya talluditos-, teniendo en cuenta el pelotazo que dio en junio con las "stock options" de la compañía, por las que se embolsó 1,8 millones de euros-cifra que iguala su sueldo anual como CEO de Mediaset-.

Recordemos que Vacaciones en Roma es una película de los años cincuenta, donde una princesa, Audrey Hepburn, se enamora de un fotógrafo, Gregory Peck, que todo pícaro decide que se va a forrar con la exclusiva. Pero él, todo panoli, también se enamora y renuncia al negocio, anteponiendo sus principios al billetaje. Esto es algo que a Vasile le costaría mucho trabajo hacer.

Y es que el antropólogo siciliano debe dejarse los escrúpulos y las emociones en Italia, viniendo a Madrid a hacer duro y puro negocio. Paolo, hijo de un productor cinematográfico italiano que se arruinó con el séptimo arte, comenzó sus primeros pasos profesionales también en el cine, pero este hecho no fue óbice para que un día se reuniera en su despacho con Álex de la Iglesia, por aquel entonces presidente de la Academia de cine, y le escupiese que a él no le interesaba el cine, que la ley del cine le parecía "un robo", que el cine competía contra su negocio y que por si él fuera no habría cine.

Es cierto que Mediaset ha convertido una obligación, la de invertir en cine, en una oportunidad que le ha dado negocio-Ocho apellidos vascos, El orfanato, Las aventuras de Tadeo Jones o El Niño- y prestigio-El labertino del fauno, Celda 211 o Lo imposible-. Pero aun así Vasile sigue quejándose en las entrevistas por la obligación, a la vez que no habla, da titulares.

Porque Vasile colecciona un ramillete de titulares inconmensurables: "Si yo hiciera la televisión que quiero, estaría arruinado", "no trabajamos para la gloria, sino para el éxito", "mi batalla final es mantener el empleo de mis 1365 trabajadores" o "Matamoros está convencido de ser Matamoros, pero no existe como tal; hay un señor que se llama Matamoros que está interpretando un personaje que se llama así". En esta última frase rezuma un cinismo impropio, ya que desvela que él es consciente la farsa de Sálvame, pero, ¿lo son las cientos de miles de señoras mayores que se tragan el culebrón como si fuese cierto? Aquí está uno de sus pecados; la arrogancia. No solo soy listo, sino que quiero que la gente lo sepa.

Como vemos Vasile se vanagloria de convencer al personal con Sálvame, en plan, yo soy listo y lo pillo, los demás que arreen. Pero el italiano sabe que es más complicado repetir culebrón en el mundo de tiburones de negocios donde él se zambulle cada mañana, ya que el público es fácilmente manejable, al igual que la prensa-con El País y La Vanguardia, los dos diarios elitistas del país, comiendo de su mano tras sus negocios catódicos con Prisa y Godó-. Y es que a la prensa, a la que se enfrenta con su peculiar departamento de comunicación, parece tenerla domesticada con sus desmentidos rimbombantes, pero como decimos es más complicado repetir truco de magia con los mercados, tal y como comprobó este mismo verano cuando presentó números y la bolsa le respondió con un golpe en la nuca: "Mediaset crece por debajo del mercado", frase que debe llevar tatuada a fuego. Y ahí de nada le sirvieron los comunicados de su guardia pretoriana, que hablaban de temporada histórica de Telecinco y Cuatro-construyen casi igual de mal que destruyen-. 

Ahí la bolsa le penalizó, haciéndole pagar el pulso que había ganado el año anterior, por el cual había roto la clásica bicefalia de Mediaset-con un consejero delegado para contenidos y otro para publicidad-. Paolo había pretendido el poder omnímodo y le había salido la demostración por la culata; Mediaset es más vista que Atresmedia, ¡bravo!, pero factura menos y es menos rentable como negocio. 

Este dato pone inquieto a Vasile, que a sus 62 añitos lee con avidez la prensa italiana, buscando entre los breves si Silvio Berlusconi, a punto de cumplir 79 primaveras, vende Mediaset a Vivendi, trocea el botín de guerra y lo reparte entre los herederos. Esta operación le costaría el puesto a su hombre de confianza en España, por lo cual Vasile espera en su particular Juego de tronos los designios de Il Cavaliere. 

Mientras mira de reojo el teléfono rojo que lo conecta con Milán, se pregunta si Sálvame diario aguantará esta temporada; la primera en la que Jorge Javier Vázquez parece que no estará por las tardes-Deluxe, Cámbiame Premium, Got Talent y Supervivientes- y la primera donde a Ana Rosa se la ve inquieta-por suplir a Máxim Huerta y al equipo de Un tiempo nuevo, que se estrenó flojo-. También piensa Vasile si Gran Hermano seguirá teniendo tirón, si seguirán funcionando los shows lacrimógenos con niños-La Voz Kids, Pequeños gigantes o Levántate-, si conseguirán recambio para El Príncipe o si colará B&B poniendo muchas veces a Dani Rovira en las promos. 

Como vemos, Vasile tiene mil y una inquietudes en su pastoreo por los despachos de Mediaset-antiguos Estudios Roma, de nuevo relación con el cine y con Italia-. Y una de las más grandes es Cuatro, humillada la temporada pasada con diez derrotas en diez combates contra la Sexta. Este hecho duele en su orgullo, pero al menos han apañado el day-time de la cadena con Gym Tony, las series americanas, las ediciones de informativos y deportes y Javier Ruiz, el esperanzador sustituto de Cintora, al que despellejaron vivo hace unos meses en un comunicado. 

Estás aquí para informar, no para opinar, parecieron decirle. No porque nos importe que opines, les faltó añadir, sino porque estamos acojonado con el Gobierno, que pronto reparte señales de TDT, que podría hacer que TVE volviera a facturar publicidad y que nos está friendo a multas arbitrarias vía Competencia. 

Por lo demás, Vasile comprueba el calendario de estrenos de Telecinco Cinema-Ocho apellidos catalanes, Regresión o Atrapa la bandera- o ve como va cristalizando su apuesta personal por Radioset-tras el fichaje de Íker Jiménez-. Pero lo que verdaderamente le importa es el otoño caliente que se le avecina, con esa adrenalina matinal de las audiencias. Es lo que más le pone y se nota. 










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