Godó se cambia de barco y le pide ahora a Mas que frene el proceso soberanista







La Vanguardia se ha cambiado definitivamente de barco. Sus lectores habrán comprobado en las últimas semanas el viraje "españolista" del diario que agitó el proceso de Mas, propiciado por el cambio de director impuesto por la Moncloa y la Zarzuela, a partes iguales. Este lunes, coincidiendo con el día de la Inmaculada, La Vanguardia publicó un editorial sorprendente:

El proceso político en el que está inmerso Cataluña, sea cual sea su evolución, será lento en el tiempo, complejo y repleto de incertidumbres.
El plan esbozado recientemente requiere la construcción de un Estado nuevo partiendo casi de cero en algunos puntales (como sería Hacienda o la Seguridad Social), teniendo que afrontar al mismo tiempo la activa posición en contra del Estado español. Este hecho comporta el evidente riesgo de que la prioridad política del partido en el poder se enfoque prácticamente en exclusiva a ese objetivo, dejando en un segundo plano otras tareas de gobierno esenciales, como son consolidar el crecimiento económico, la reducción del paro -que sufren más de medio millón de catalanes- o la administración y gestión de las necesidades de la población.
La economía catalana da tímidos síntomas de recuperación -creció un 0,5% en el tercer trimestre- y sería deseable volcarse en aprovechar esa ligera mejoría para darle un empuje decisivo y plantar cara al problema del paro. La dinámica vivida por el país en los últimos dos años comporta tanto desgaste personal, social y económico que no es sostenible en el tiempo sin costes.
En ese marco, otra tentación sería perseverar en la tendencia a culpabilizar al Gobierno y a la Administración del Estado de todo lo que va mal en Cataluña porque al final este argumento, que es verdad sólo en parte, podría servir para tapar los fallos y errores propios, que también los hay, dificultando con ello la necesaria autocrítica y corrección de los mismos.
Política y economía se están distanciando peligrosamente. Frente a los beneficios fiscales que promete la independencia, el clima de incertidumbre empresarial y financiera puede tener efectos muy negativos sobre las inversiones -tanto propias como extranjeras- en Cataluña.


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