Tres razones para instaurar la República y cuatro mentiras "monárquicas"



Los que tenemos una sensibilidad progresista y a la vez-no es impedimento aunque algunas veces lo parezca- amamos España, intentamos desde nuestras humildes posiciones abrir un espacio democrático de debate para la próxima elección de nuestro nuevo jefe del Estado, que será colocado a dedo. Encima si nos rebeláramos, el sistema nos tildaría de antidemócratas.

La edición de El País de este domingo revela una encuesta sobre la preferencia de los españoles sobre nuestro futuro, y aquí viene la sorpresa; hasta el 62% de los españoles quieren un referéndum para elegir forma política del Estado, mientras que solo el 34% está en contra y por tanto a favor de la inminente coronación de Felipe VI. Es decir, que solo un español de cada tres está de acuerdo con este paso dictatorial.

Aquí va una ración de cinco razones para proponer la instauración de la República, eliminando mentiras habituales que circulan en las bocas de los oficiosos portavoces de la monarquía.

Razón número uno; Ética

La ética es primordial y siempre debe estar por encima de la legalidad, que es una cosa transitoria. La monarquía a día de hoy es dificilmente defendible, ya que es una anacronía que discrimina y elimina el "todos somos iguales". A día de hoy nos imponen una forma de Estado que no pudimos votar más del 70% de la población actual, y además los que pudieron, lo hicieron de un modo excepcional, ya que el ambiente que se respiraba era el del franquismo y el del temor al ruido de sables de los militares, refrendado por el golpe de Estado del 23-F.

El nuevo jefe del Estado, del que nadie puede dudar de su preparación y por ahora de su ética personal, será entronizado por derecho divino, clasismo y hasta machismo, ya que él no es el mayor de los hijos de Juan Carlos I. Además, nuestro país sufrirá cualquier cambio de rumbo personal o de posibles herederos poco recomendables, ya que el puesto de Rey es una especie de eterno funcionario difícil de "despedir".

Además la ética repondría la República, que merecía volver por continuidad histórica tras ochenta años de paréntesis entre la dictadura y una loable democracia que a día de hoy no funciona.
Hace ocho décadas a los republicanos los echaron por la fuerza la caverna, es decir; Franco, la oligarquía económica, el Ejército, el clero y las fuerzas homicidas de Hitler y Mussolini.

Razón número dos; Regeneracionismo

Es época de nuevos tiempos y nuevas caras, y la monarquía no puede ser pilotar la transición entre la primera etapa democrática en nuestro país y una segunda etapa más higiénica y más democrática.
La monarquía ha perdido por la corrupción personal de Juan Carlos I, la Infanta y Urdangarín-con intolerables presiones judiciales incluidas- cualquier exigencia para permanecer al frente del Estado.
El problema, como ha sido siempre, es que la derecha no parece estar dispuesta a cambiar un régimen caduco por un nuevo régimen ciudadano. La derecha confunde y politiza la República, ya que paises del nivel de Estados Unidos, Alemania, Italia o Francia son repúblicas y ahí no pasa nada por ello. La ventaja que tienen ellos es que no sufren una derecha que no ha pasado la transición; el Partido Popular: esa formación fundada por siete Ministros de Franco. Esa formación que se abstiene a la hora de condenar el franquismo. Esa formación que se agarra a una Constitución que Fraga y los suyos no votaron a favor porque no querían evolución. Esa formación que se ha negado al aborto, al divorcio, a las bodas homosexuales y a cualquier avance social o político.

Razón número tres; Las razones que argumentan los monárquicos se basan en corrupción o falsedades

Una de las razones que vomita la derecha para defender la monarquía es que el Rey era un gran relaciones públicas, ya que conseguía contratos en el extranjero. La mayoría de contratos que ha conseguido Juan Carlos I son en paises árabes, con un alto nivel de corrupción conocido para conseguirlos. Y los ha conseguido para cierta oligarquía financiera, con sedes en paraísos fiscales y con un casi nulo impacto en la economía española.

Otra de las razones esgrimidas es la de que la monarquía es más barata, hecho falso, ya que nadie conoce el coste total de la monarquía española, porque muchos de sus gastos están camuflados en algunos Ministerios. Es decir, que no se puede comparar el coste de cualquier República o cualquier monarquía, ya que no tiene porqué costarte más un Presidente de la República que un Rey.

También se dice que como la primera República acabará mal y la segunda también, la tercera debe ser abortada. Es decir, que por razones históricas hay que negar una República. Hurtan estos manipuladores que entre el siglo XIX y XX-que comprende las dos breves etapas repúblicanas- hubo casi doscientos pronunciamientos militares, golpes de Estado o intentonas varias, que derrocaron Gobiernos, se destronó a una reina e incluso a dinastías, hubo dos reyes extranjeros, tres guerras civiles y cinco constituciones. Es decir, que en la eterna convulsa historia de España es demencial decir que cualquier salvajada se hizo por culpa de la República, ya que por las mismas razones podríamos vetar la entrada de un nuevo Borbón.

Y la última y más repetida de las falsedades es la que dicen de que el Rey trajo la democracia, como si los poderes fácticos extranjeros y económicos iban a dejar a una mente tan débil pudiese elegir el futuro de un país. Hay que ser imbécil para pensar que fuera del Medievo una sola persona pueda elegir el futuro de un Estado. La soberanía se perdió en algunos aspectos hace medio siglo. Si no no se entiende la participación por omisión de Estados Unidos en el atentado de Carrero Blanco o en la financiación con marcos alemanes del PSOE, que dejó atrás la nacionalización de la banca, la República y el marxismo para convertirse en una socialdemocracia burguesa que frenara la fuerza del PCE, único partido relevante en la oposición al franquismo, que podía comprometer al capitalismo un jugoso mercado.

La monarquía no conseguirá una legitimidad mientras intente aplazar una cita en las urnas, muy necesaria e higiénica en estos tiempos.















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