Esta el tema a flor de piel; el racismo en el mundo del deporte. Hace unos días la NBA suspendió al millonario Sterling por sus palabras racistas a su novia sobre sus amistades-ahora el dueño de los Clippers ha dicho que el fallo fue no haber pagado a la chica para que se callara sobre el tema-. También la semana pasada, Dani Alves se comió un plátano tras el gesto racista de un aficionado en Villarreal.
Ayer Pape Diop bailó ante la hinchada atlética, tras la derrota de estos a manos de un "extramotivado" Levante. Hay que decir que el senegales afirma que bailó ante los cenutrios porque le gritaban sonidos simiescos, pero antes que eso se ve al futbolista africano provocando a la grada. No es cuestión de justificar a esos animales de bellota, pero hay decir que el "afectado" Diop no puede soltar que en nuestro país hay un problema con este tema, cuando hemos tenido desde hace años una integración ejemplar para otros países. Se da la circunstancia que la mayoría de esos hinchas que hacen esos sonidos en grupo, utilizan eso como método fácil para desestabilizar al futbolista, no por racismo. Repito, la mayoría de ellos compartiría el bocadillo al día siguiente con un compañero de trabajo de color. O sea, que no creemos que sea racismo, es imbecilismo en grupo.
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