Podemos; en búsqueda del huérfano voto de la izquierda navarrista



La típica dualidad izquierda-derecha se ha convertido en Navarra en la elección entre navarristas y vasquistas, para perjuicio del PSOE, ya que ha cedido/perdido su espacio político a costa de los nacionalistas vascos.

El PSN llegó al poder en la Comunidad foral en el año 84, aprovechándose de la desintegración de la UCD-que en Navarra fue descabezada por corrupción de Del Burgo-. Navarra, tradicionalmente conservadora, confió en Gabriel Urralburu hasta el año 91, cuando la derecha navarrista y española se unió y Alli fue designado presidente tras un triunfo por la mínima. Pero la derecha, que había ganado por la unión de los matices conservadores, sufrió en su primera legislatura en el poder una guerra civil interna, que produjo la salida de Allí y su entorno, que fundaron CDN.
En el 95 con UPN consolidándose como primera fuerza en Navarra, perdió el poder tras un acuerdo tripartido entre socialistas, comunistas y el nuevo CDN, que apenas duró un año tras destaparse las cuentas suizas de los "urralburus" y "otanos". Ferraz presionó para que el PSN rompiera el tripartito y facilitase la gobernabilidad de UPN. Fue la primera gran injerencia del PSOE al PSN, pero no fue la última. Y el PSN la pagó con una constante sangría de votos por la izquierda, que marcharon a posiciones nacionalistas, más por confiar en partidos aparentemente unidos y potentes que porque Navarra se haya "vasquizado".

Sanz consiguió con UPN volver a triunfar en 1999 y 2003, gracias en parte a la falta de carisma de los sucesivos relevos en el socialismo navarro, con Lizarbe como brillante parlamentario y mediocre candidato. A éste le sucedió Carlos Chivite, que fue apartado a última hora por Ferraz para colocar a Puras y facilitar así un tripartito progresista. Pero la sorpresa llegó cuando la mayoría progresista llegó en 2007 y Ferraz abortó la gobernabilidad con la excusa de que les perjudicaría en las generales de 2008, ya que la derecha decía entonces y se manifestaba en la calle porque Zapatero "se encamaba con la ETA". Es la misma derecha que ahora mira para otro lado cuando excarcelan a Bolinaga, o que calla cuando el PP copia la política antiterrorista de ZP.
La segunda y tercera gran injerencia de Ferraz decapitó al PSN, que encontró un oportunista mediocre llamado Roberto Jiménez como patético líder.

En 2011 se repitió la mayoría progresista en la cámara navarra, pero el PSN demostró que es incompatible con el cambio y entró en el Gobierno de UPN, con Jiménez como vicepresidente. El líder del PSN vio como estaba hundiendo al partido e intentó hacer oposición desde el poder, por lo que fue destituido por Barcina. A mitad de la legislatura intentó articular una moción de censura, pero finalmente no prosperó porque Ferraz la volvió a frenar para no perjudicar al PSOE en las europeas. El miedo a la derecha mediática volvió a mandar. La misma derecha mediática que no dice nada cuando UPN saca presupuestos en Olite y Tafalla con la izquierda abertzale.

El PSN ha perdido el rumbo, y en apenas dos décadas ha pasado de rondar los 100.000 votantes y los veinte diputados a llegar a apenas 50.000 y nueve representantes. De partido de Gobierno ha pasado a ser una especie de CDN en horas bajas, cuya única misión es conseguir convertirse en partido bisagra para apuntalar el Gobierno conservador de UPN.

El PSN ha cedido su espacio al nacionalismo vasco, que casi tuvo 100.000 votos en las últimas autonómicas y quince escaños. El abertzalismo le ha robado la calle, acompañados porque el marginal PNV se ha convertido en una fuerza potente gracias a la careta progresista de Uxue Barkos, cuyos mensajes nada tienen que ver con las políticas conservadoras de Euskadi.





Podemos; la última esperanza

La esperanza antisistema es sin duda Podemos, que pone sentido común en su programa y conecta como nadie con la ciudadanía y con la calle en estos tiempos oscuros.

Pablo Iglesias lidera esta nueva formación, que recoge programáticamente las mejores ideas del 15-M; conseguir que la banca esté como servicio al pueblo, no como un negocio para avispados especuladores que se forran a costa de la ruina ajena. Y tampoco con unos políticos arruinando las cajas a costa de agradar a amiguetes y financiadores.

También hablan de endurecer la investigación fiscal para los defraudadores, la recuperación pública de servicios estratégicos, la persecución de la corrupción, la instauración de una renta básica universal, la reinstauración de libertades para expresarse políticamente, la mejora de sanidad y educación, la regularización de la financiación de los partidos-ellos ya han dado ejemplo no pidiendo créditos a los bancos, ya que eso es hipotecar tus futuras políticas-, la libertad para abortar, la condonación de las deudas en vivienda en casos excepcionales, la mejora de la ley de dependencia, la rebaja del IVA cultural, el lanzamiento de un referéndum para salir de la OTAN, el ajuste de sueldos de cargos electos, la paralización de jubilaciones de oro para los políticos, el proteccionismo animal, el apoyo al I+D o la implantación de políticas ecologistas.

Podemos ha conseguido molestar ya a la izquierda prosistémica y a la derecha. Izquierda Unida ha reclamado a la Junta electoral central por la participación en tertulias de Pablo Iglesias, el candidato de Podemos. Y la derecha mediática ruge en boca de Jaime González, jefe de opinión de ABC, que soltó los siguiente en 13 TV;  "¡Me da igual cuál puede ser el resultado de 'Podemos'! Pero 'Podemos' es extrema izquierda. Bueno, mucho más allá de la extrema izquierda... ¡A mí me da igual lo que vote la gente, coño! ¡Votaron en Alemania a Hitler! Es que me da igual, ¡me da exactamente igual! Si votan a 'Podemos' o a estas formaciones de extrema izquierda, estarán votando a lo que representa lo peor de la condición humana, más allá de su ideología."



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