La televisión digital en España acaba en chapuza




La cosa empezó mal y acabará mal. La televisión digital española sigue de chapuza en chapuza. Todo arrancó en el 97, con un cálido clima político de fondo y una guerra del fútbol que le costó a Antonio Asensio su exitosa Antena 3 y a Polanco casi la cárcel.

Aznar y su Gobierno decidieron presionar a la recién privatizada Telefónica para que compitiera con Canal Satélite Digital, la plataforma de Prisa. Ambas se vieron las caras y se la partieron en los primeros años, con unos niveles sucidas en las subastas sobre fútbol, cine u otros derechos de retransmisión. Esta batalla con más dinero tirado que abonados, culminó en 2003, cuando tras acabar ambas compañías con varios ejercicios con pérdidas, firmaron el armisticio, propiciado por Alierta, que sustituyó a Villalonga, amigo de pupitre de Aznar, y quiso desinvertir en medios de comunicación.

En 2003 nacía Digital + con dos millones y medio de abonados, y en 2007 Prisa se hizo con todo el accionariado de la compañía, valorándola en casi 4.000 millones de euros, quizás uno de los mayores errores que han propiciado la actual situación económica del grupo. Como diría Jiménez Losantos sobre el operador satélite, "Polanco es el único empresario del mundo capaz de perder dinero con un monopolio". Después vendría la crisis, la otra guerra del fútbol contra Roures y seis años de intentar vender sin suerte la compañía.

Ahora Telefónica se ha hecho con el 56% de las acciones por 725 millones de euros, cuando Cebrián decía que por menos de 1.000 no se vendía. La teleco controlará así el 80% del mercado español de la televisión de pago, y se supone que fusionará Canal + con su Movistar TV para ofrecer un amplio pack multiservicios.


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