Sexo con desconocidos



Miles de personas dijeron ayer "basta" en Madrid. Algunas caminaron andando hasta la capital y otras se sumaron con "las marchas por la dignidad", pero todas tenían una cosa en común; estaban hartos de las políticas de Rajoy y sus amigos de la oligarquía empresarial, ya que el poder político es cómplice del poder económico a cambio de las migajas de algunos negocios, que causan nuestro sufrimiento.

A los seis millones de parados-ya de larga duración- se le suman los recortes sociales en sanidad y educación o en los recortes en nuestros derechos sociales. Los tres lemas principales fueron “No al pago de la deuda”, “Ni un recorte más” y “Fuera los Gobiernos de la troika”, es decir, que la gente no quiere que nos gobiernen desde Berlín y que hayamos perdido nuestra autonomía de decisión porque Rajoy y compañía no se atreven a decir a Europa "hasta aquí hemos llegado".

Si Merkel o Botín quieren mandar en España que se presenten a las elecciones. Y si Rajoy quiere seguir gobernando en nuestro país, deberá respetar a los españoles más débiles. No aprovechará la situación para que esos mismos españoles sean números absurdos a los que hay que recortar cuanto más mejor.

Hay que reconocer que parte de la culpa es nuestra, porque en la sociedad caló el mensaje del PP de calificar a ZP como el peor presidente de la historia o porque se tragaron la promesa que decía que en "un par de años" iban a arreglar la economía. No solo no lo han hecho, sino que han ejercido una violencia contra nuestro Estado del bienestar que nos ha hecho retroceder casi medio siglo.

En los medios de comunicación de grandes masas se mezclan la pasividad de algunos y el insulto de "La Caverna", liderados por La Razón, que tilda de "indigna" a la izquierda porque después de una manifestación de más de un millón de personas se produjeron unos altercados que propiciaron cien heridos y 24 detenidos. Esa es la excusa obscena de la derecha mediática. Prefieren el falso ruido sobre la violenta izquierda, que analizar las quejas de las personas que ayer se manifestaron pacíficamente. Saben que no les conviene el debate sosegado, porque los argumentos tienen tanto peso que ni sus panfletarios medios podrán ocultarlos.

La Policía volvió una vez más a dar muestra de la violencia represiva que ejerce sobre el indefenso o el manifestante. Manifestarse o está prohibido o está cada vez peor visto. La Policía "jode" al personal con una impunidad que asusta. Es como el sexo con desconocidos.


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