Chicote en el Cool Palace



Alberto Chicote visitó en Pesadilla en la cocina el restaurante Cool Palace, situado en un centro comercial de Rivas-Vaciamadrid. El negocio estaba destinado en sus inicios a servir comida iraní, pero por la crisis, el restaurante había virado hacia los típicos menús de tasca españoles.

Chicote por primera vez en tres temporadas de programa tuvo enfrente a un cocinero de nivel y así lo reconoció al final del programa; "He trabajado por primera vez con un cocinero de verdad". El tal Rafa, jefe de cocina del Cool, no fue en este caso el centro de las críticas del chef, ya que no había queja ni de la comida, ni de la limpieza de la cocina, ni del carácter del citado cocinero.

Sobre lo que sí tuvo queja Chicote fue del servicio de Sito, el mentiroso camarero del negocio, que le prometió solomillo ibérico y le trajo solomillo a secas-"más blanco que mi piel", dijo Chicote-, le prometió boletus fresco y según Chicote ese boletus había pasado "más frío que un esquimal" y le prometió un rodaballo salvaje y según Chicote ese rodaballo solo había visto piscinas. Cansado de los adornos de los platos se quejó ante Sito, que se excuso con que las "trolas" eran sin maldad. Después negó que era "mentiroso", para reconocer a continuación que era "engañoso". Siempre se encuentra Chicote con algún artista de este nivel.

Pero pronto Chicote se dio cuenta que el problema no era la cocina, y ni siquiera Sito. El problema era la fuerte inversión de Farid, el propietario, en el negocio. Este señor había invertido un millón  de euros en el local, es decir, los ahorros de veinte años de trabajo. Había invertido tal dineral en una barra de 140.000 euros tallada a mano y traída desde su país, en 140 sillas de 400 euros, en unos ventanales de lujo y en unas columnas de escándalo. "Estás pirado. ¿Pero de verdad te crees que esto te hacía falta?", le preguntó un sorprendido Alberto. Entre drama y ruina familiar, Sito seguía actuando y en el segundo servició le tiró una botella de vino a uno de los ganchos a los que el programa lleva a comer gratis a cambio de quejarse. "Lo he dejado como un dálmata", decía el camarero sin gracia ninguna. El supuesto cliente dijo que su mujer le iba a matar. A este extra con frase esperemos que le hayan pagado la camisa, si es que era suya.

Chicote se las tuvo que ver con Farid, el depresivo y pasivo propietario del Cool Palace, y aunque nada mejoró en el local, Chicote se consoló con que habían cambiado un poco las cosas. Cuando has invertido un millón de euros y pierdes 20.000 euros al mes, eso no sirve de consuelo. Chicote no quiso reconocer que él no podía hacer nada para salvar ese Titanic a la deriva.


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