Aficionados y borregos



Es preocupante la deriva borreguil de los aficionados de los grandes clubs. Por un lado los aficionados del Real Madrid miran para otro lado cuando Florentino Pérez ejecuta sus pelotazos inmobiliarios, le santifica porque trae a grandes megaestrellas a costa de endeudar de por vida al Real Madrid y miran de un modo crítico a la prensa que no le ríe la gracias a este jeque siniestro.

Por otro lado los aficionados culés no solo no critican que Rosell y su banda de artistas hayan hurtado a los socios la realidad sobre el fichaje de Neymar, sino que encima se ponen de lado de la directiva pirata, que los ha engañado con el eterno discurso del nacionalismo victimista-Madrid tiene la culpa, hasta cuando robamos nosotros-. No ha habido una sola protesta del aficionado que va al Camp Nou. ¿Qué menos que una pitada dirigida al palco? Pero nada de eso ha pasado y los más treinta millones de euros con los que han jugado Rosell y compañía parece que no le preocupan más que a un socio, que podría tener a Joan Laporta detrás. Los únicos pitos que reciben los directivos son como el caso de Gordillo del Betis, cuando el equipo se acerca al abismo de segunda. Es decir, que se prioriza un resultado deportivo que puede ser mejorado, a la gestión económica que puede acabar con el club de por vida.

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