César Vidal se ha solidarizado desde Facebook con Alfonso Arteseros y ha aprovechado el artículo para cargar contra esRadio, de la que el propio Vidal es accionista de referencia;
Alfonso Arteseros – por el que siento un enorme aprecio personal y profesional - ha colgado en youtube el video que incluyo aquí. Es un testimonio desgarrador de lo que ha sido y continua siendo Intereconomía. Tras verlo, escucharlo y pensarlo, seguramente más de uno comprenderá por qué no pude evitar sentir una no poco pequeña desazón cuando me encontré con que Federico, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, pero siguiendo el consejo de Dieter Brandau, había decidido aparecer por las mañanas en la televisión de Intereconomía. Me lo comunicó cuando llevaba no pocas emisiones - ¡a buenas horas mangas verdes! – y no se podía hacer nada, absolutamente nada para evitarlo e impedir que Es.Radio se viera salpicada por lo que pasaba en Intereconomía. Es. Radio - ¿se lo imaginaban? – magro beneficio sacó de aquel acuerdo, pero algunas personas insistían en que – en lugar de ser críticos y mantener una visión liberal – había que “aguar el vino” – una frase que le gustaba mucho a algunas personas de la empresa – y captar más oyentes católicos. Esos oyentes católicos también, por definición, debían afluir en masa a Es.Radio una vez que yo saliera. A la vista ha quedado que no han acudido a Es.Radio ni en masa ni por pequeños grupos. De hecho, la audiencia – cuya publicación por programas ha sido prohibida para ocultar que, salvo deportes, prácticamente todo ha caído – se ha desplomado. No era de esperar otra cosa porque entre los católicos los hay fanáticos y talibanescos, pero también no poca gente razonable que se mueve por unos mínimos criterios de sentido común y sensatez y no de tuertismo ideológico. Y no era de esperar otra cosa porque los criterios confesionales tienen cada vez menos peso en la España de inicios del siglo XXI y la mayor prueba es que los obispos llevan más de una década torpedeando cualquier intento de crear un partido confesional. Pero no nos desviemos. Contemplen el testimonio terrible de Alfonso Arteseros y saquen sus propias consecuencias. No sólo él es una víctima. Mis amigos los Clones, Antonio Jiménez, Pedrerol, pero, sobre todo, los trabajadores y los becarios anónimos de aquella casa – no pocos de ellos notables profesionales - también lo son. En episodios como éstos se ve claramente también por qué somos diferentes.
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