Hay gente como Salvador Sostres que provoca todos los días. Lo hace para comer caliente. Otros como Dragó lo hacen por favor a su ego propio. Y otros como Julián Ruiz, disc jockey del pleistoceno, lo hacen por mezcla de ambas.
Ahora desde su blog de El Mundo-¡cómo no!- ha insultado y con saña al "Tata" Martino, el único entrenador blaugrana de la última década que aparenta ser una persona normal. Otros como Guardiola se disfrazaban de filósofo o de hermanita de la caridad, según le iba el día.
Julián Atiza a Martino;
El Barcelona no gana. No juega. Y lo que es peor: ha perdido la mitad de la magia de su hechicero Messi. Por lo tanto, el panorama es un tanto preocupante. Si ya de por sí el juego barcelonista la temporada anterior se gestionaba por la lentitud, por los pases cortos, sin profundidad, hasta llegar al bostezo, esta temporada aún se ha agravado ese estilo. Todo por culpa de la argentinización del Barça por parte del Tata, por culpa del amiguismo, en el mayor trato de favoritismo en la historia reciente del Barcelona.
Sinceramente, al pobre Tata este Barça le viene muy grande. Es argentino, se cree el rey del fútbol, pero lo cierto es que no tiene ni idea del fútbol español, del fútbol europeo, ni sabe lo que significan los tiempos en el fútbol, entre el ataque estático, el golpe, el contragolpe ni la madre que lo parió. Hace jugar al Barcelona como si estuviera en ingravidez, en atmósfera cero, con cuerpos que apenas se mueven de sus posiciones.
Con 'tiki-taka' incluso aburrido, antes creaba ocasiones de gol, ahora es un fantasma de sábanas blancas, que lo ve hasta un equipo menor, que es en lo que se ha convertido el Milan, que quiere ahora a resucitar a 'viejas glorias' como Robinho y Kaká. Pero claro, piensa que puede hacerlo, porque sólo hay que fijarse en Neymar. Robinho era un crack cuando llegó a nuestro país comparado con el jugador azulgrana. No hay ni color si a Neymar se le comparara, con algo tan esencial para la filosofía de Rosell, como era su querido Ronaldinho.
Encima, Neymar, peor todavía, no marca un gol ni al arco iris. Tampoco parece que le guste a Messi tenerlo cerca. Messi cada día más me recuerda a esos caciques suramericanos de tiempo secular. No quiere admitir su baja forma, su peso excesivo, ni su miedo a cualquier rotura muscular. Ese es el gran problema. Poco importa que Tata sea un indocumentado en Europa. Lo peor es que si Messi no aparece, el Barcelona está sentenciado a ser goleado por cualquier equipo europeo.
Llegué a escribir que este Real Madrid de Ancelotti es el peor Madrid de los últimos años. Pero, curiosamente, es lo mismo que que puedo decir del actual Barcelona.
Qué momento más inoportuno para el fútbol que el Clásico llegue en estos momentos. Claro que los duelos en el Camp Nou se transfiguran en lances de ardor nacionalista y el Barcelona se ilumina como una luciérnaga gigante. Ya verán como Messi es otro. Seguro. De otra forma, al pobre Tata le va quedar poco tiempo.
Julián también atizó a Ancelotti tras el triunfo madridista contra la "Juve";
Desconozco el nivel de amor propio de Carlo Ancelotti. Pero debería darle bastante vergüenza por el ridículo del juego del Real Madrid. Tendría que pedir perdón y devolver el dinero que gana. Antonio Conte le dio una soberana lección táctica, posicional, de juego y riesgo. Sólo el trencilla germano privó a la Juve de que el equipo blanco no fuera más ridiculizado. Ni fue penalti lo de Ramos, que se exageró la caída ni fue tarjeta roja lo de Chiellini.
Ancelotti no se dio cuenta nunca que siempre había superioridad numérica de la Juve en el centro del campo. Hasta con sólo 10 hombres, el cuadro turinés parecía un Fiat perfecto, una "máquina" suelta, con embrague y aceleración. Mientras, el juego del Madrid era de monigotes, con Illarra que es un jugador vulgar, pero que ha costado 40 millones y con un Modric, que ni crea ni defiende ni ataca ni libra ninguna batalla. Es un déficit del que debemos culpar al inombrable, el que lo trajo. Pobre Khedira, que corría y corría para tapar tanto desajuste. Y, luego, quieren que marque hasta con un lujo.
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