Pocilga Nui: Chicote en La Zapatería



En la madrileña Puerta del Sol el chef Chicote desarrolló una nueva aventura semanal. En este caso la idea era arreglar La Zapatería, un pequeño restaurante comandado por tres personajes de primera categoría. Si el programa de anoche no era un montaje lo pareció.
Los trabajadores de ese local parecían sacados de la Escuela de interpretación de Cristina Rota. Un jefe provocador y ciclotímico que parecía montar situaciones de puro circo. A su lado un cocinero "amigo" que lo puso a parir. Y de relaciones públicas un freak estilo Diario de Patricia.
Pero más llamativo que los líos de los protagonistas o la comida que daban, era el escenario donde desarrollaron la interpretación. Una pocilga asquerosa llena de productos al borde de la putrefacción. No se sabe si apestaba más el cuchitril en cuestión o apestaba más a montaje las situaciones vistas en el espacio.
Los tres personajes en cuestión eran un caótico propietario llamado Celso, que no tenía ni zorra idea de llevar un negocio. Un tal Héctor, pelmazo relaciones públicas y camarero que está en esto "para ligar". El tercero en discordia era Julio, el cocinero y un supuesto amigo de Celso que lo puso a parir a él y a su negocio-"desde que se separó no es el mismo" o "en mi vida he visto un sitio tan desastroso como este"-.

Apestaba tanto a insalubridad el local que antes de aterrizar Chicote, al restaurante llegaron representantes de un laboratorio para comprobar la higiene de alimentos
Alberto se sentó y se atrevió a pedir unos chipirones que estaban tomando el sol en un escaparate sin refrigerar. "Pican y no es del ajo. Esta es la peor bazofia y la más peligrosa que he visto en mi vida". Mientras el afamado chef apuntaba a la UVI, el cocinero del local y el relaciones públicas discutían en el piso de abajo.
"Ha perdido el norte. Está todo comido de mierda porque se quedan por la noche de cachondeo", decía el amigo apuñalador a continuación.


En el primer servicio una cucaracha de atrezzo se paseó por la pata de jamón serrano y el propietario la derribó con una loncha de tocino. Como responsable de un restaurante este Celso no vale nada, pero como exterminador de insectos no tiene precio.
Luego el cocinero descubrió un tarro lleno de moho para rematar la ciénaga.
Mientras, el relaciones públicas se interesaba por dos atractivas jóvenes. "¿A qué os dedicáis?. Estudiamos filología hispánica". Puso cara de que sabía de qué iba el tema y el artista remató la conversación con un "luego os pongo dos chupitos gratis".

"Todo lo que veo aquí es mugre y mierda. Esto no pasa un control sanitario ni de puta coña", dijo el cocinero poco antes de expulsar a los comensales y cerrar el local.

Al día siguiente el laboratorio confirmó que algunos alimentos contenían cincuenta veces el nivel de bacterias permitido. Y que las manos de cocinero y del propietario estaban contaminadas-es recomendable lavarse las manos después de masturbarse-.
"Podíamos haber provocado una epidemia de nivel mundial", dijo el amigo traidor. Hombre, con los pocos clientes que tienes mucha casualidad hubiese sido.
Después de fumigar el local el amigo traidor le recomendó a la cara al propietario que "vaya al psicólogo para dejar de beber". Golpe bajo y cincuenta euros que seguro que se llevó de parte del programa por calentar el clima humano del restaurante.
Mientras, el relaciones públicas iba a su bola. "He ligado como es habitual en mi". Con esas pintas y ese careto tiene mérito. Dijo esto después de ver a dos señoritas quejarse de su presencia-"que pesado", comentaban-.

La escenita más cinematográfica fue cuando Chicote se largó y el propietario fue detrás de él para fundirse en un abrazo con un llanto sin lágrimas en los ojos de ambos.
En la última noche que pudimos disfrutar aparecieron "por casualidad" Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla y Carlos Areces-miembros de Muchachada Nui o Museo Coconout-.
Con la crisis de televisión y sin programas en antena se llevarían cien eurillos, que el Malboro está muy caro.
Para rematar la película el propietario se puso agresivo. "¡No me trates como un niño que la vamos a tener!". Al final llegó la calma, todo fueron sonrisas y vivieron felices y comieron perdices. Chimpun.



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