Jorge Javier Vázquez explica esta semana en Lecturas su preocupación por Lydia Lozano: "No está preparada para el día de después, para esa fatídica jornada en la que te levantas y laboralmente no tienes nada que hacer. Pero eso es algo que no solo le pasa a ella. Desde pequeños nos han educado para trabajar sin descanso y labrarnos un futuro, pero no para parar cuando ese futuro está más que solucionado y podamos dedicarnos a disfrutar de una plácida existencia. Lydia no es una víctima de la televisión, es una víctima del sistema. De ese sistema que produce frustración cuando no hay horarios que cumplir. Creo que debe estar tranquila: le quedan años de entrega y de curro. No va a cambiar y no tiene por qué hacerlo. Ha decidido vivir la vida como le apetece y no somos nadie para ir dándole consejitos".
Tampoco se corta sobre su otra compañera: "El caso de Terelu es bien distinto. La conozco como si la hubiera parido. Y yo estoy convencido de que el miércoles tuvo que hacer serios esfuerzos para no largarse a su casa. Pero tiene un sentido de la responsabilidad tan acentuado que reunió fuerzas de flaqueza y aguantó con un estoicismo envidiable que se pusiera en tela de juicio su entrega en el programa. Terelu ha heredado de su madre esa concepción de la profesión que te impide abandonar el puesto de trabajo aun cuando no puedas ni articular palabra. Yo eso no lo comparto. Se nos exige a los que estamos delante de una cámara que permanezcamos siempre al pie del cañón. Parece que se nos estuviera vetado largarnos un día del trabajo, que al fin y al cabo es lo que ha hecho en algún momento el noventa y nueve por ciento de la población. Si existiera una deidad griega que representara la dignidad, tendría la cara de Terelu".
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