La polarización política que ha provocado el procés ha conllevado que desde la caverna mediática madrileña se vomiten reproches despreciativos hacia la prensa catalana, "subvencionada", "manipuladora" y "servil" según Madrid.
Es cierto que la política nacional aparcó el pacto mediático de la Transición por la cruenta guerra González-Aznar de los 90, que llegaría hasta la pugna Zapatero-Rajoy tras cambio de siglo. Estas trincheras madrileñas ayudaron a que se airease el irrespirable aire del 78 con investigaciones sobre los GAL, Filesa o Naseiro, con Cebrián liderando al socialismo apesebrado y Ramírez capitaneando con pocos escrúpulos y mucho 11-M a la derecha mediática.
En Barcelona cierto es que no existió algo similar a la guerra civil madrileña entre izquierda y derecha porque pronto se llegó a un pacto con Madrid: la Ciu de Pujol, "Español del año" para el ABC ansonita, gobernaba con mano de hierro y mucho trinque Catalunya, el PSC triunfaba en municipales y generales, y hasta el PP se ponía de perfil entre las financiaciones nacionalistas a los Fernández Díaz y el "catalán en la intimidad" de Aznar.
A partir de 2011 Rajoy logró una paz y dominio mediático que no había conseguido ni Felipe y comenzaron a rodar cabezas: sus incómodos compañeros de viaje, Pedrojota, Losantos e Intereconomía, se instalaban en la marginalidad y sin embargo el quebrado El País viraba ideológicamente hacia posiciones conservadoras para felicidad de Soraya. Los rescoldos del 15-M provocaron el nacimiento de Podemos, relanzado desde Génova por Arriola, y cuando hubo que desinflar el globo había muchos hambrientos aspirantes a hacerlo y se especializaron todos ellos en primero de Venezuela.
Hecho idéntico sucedió en Catalunya: cuando el pactista movimiento nacionalista burgués viró hacia el independentismo la guerra sucia no tardó en llegar. Pedrojota se prestó entonces al mal con verdades, Pujol, verdades a medias, Mas, y sucias mentiras, Trías, por lo cual el entonces mandamás de El Mundo tumbó la mayoría de Ciu y se llegó a jactar en Twitter. Eso sí, lo hizo con el hacha posándose sobre su cabeza. La tenía encima por su apoyo a Esperanza ante Rajoy y por su tardía venganza contra Juan Carlos I. La Gürtel, los ERE y Urdangarín/Corinna le acabaron costando el trono de papel vía boicot del Ibex.
Pese a todo lo citado, en pleno procés la prensa madrileña le da lecciones a la barcelonesa con cuatro frases recurrentes:
1- "La prensa catalana, Godó y Zeta, viraron hacia el independentismo a cambio de millonarias subvenciones de la Generalitat". Cierto es, al igual que el aguirrismo regó con 55 millones de euros a medios afines y al igual que Madrid entró en el capital de Godó (Mediaset en 8 TV) y Zeta (Lara en El Periódico). Esta situación provocó que ambas escuderías catalanas rebajaran sus pretensiones independentistas, en el caso de El Periódico de Catalunya hasta convertirse en el altavoz madrileño en Barcelona y en el caso de La Vanguardia hasta ponerlo bajo el yugo de Márius Carol, que desarrolló su carrera bajo la sombra de Zarzuela. Lo hizo junto a Javier Ayuso, actual número 2 con mando en plaza de El País, periódico que no puede dar demasiadas lecciones sobre coherencia ideológica.
2- "No se investigó el 3%". Cierto es, al igual que la prensa madrileña no lo investigó porque al "pequeño hombre de Estado" no se le podía tocar desde que El País no se atrevió por negocio con el Caso Banca Catalana, preludio de los pactos de Pujol con el último Felipe y el primer Aznar. También en Madrid se firmó un pacto de silencio sobre los chanchullos económicos y sexuales de Juan Carlos I. Lecciones sobre investigación, las justas.
3- "Existe chauvinismo con el Barça". Cierto es, al igual que Florentino Pérez toma el control de Marca y otros medios a la par que escalan puestos sus voceros (Josep Pedrerol, Eduardo Inda o Antonio García Ferreras) y sus críticos (Manolo Lama, Jorge Valdano y Santiago Segurola) son fichados a cambio de su silencio por Roures, eterno poseedor de los derechos blancos y facturador de Real Madrid TV.
4- "La Caixa y la burguesía catalana disfrutaron una paz mediática en Catalunya". Cierto es, al igual que los gigantes del papel madrileño firman un millonario contrato con cláusula de confidencialidad con "Mercatrola", cuyo capo Roig (entre la asfixia al proveedor, la secta laboral y el dinero gurteliano), mete más de un millón de euros al año en el bolsillo de los tigres del papel, que no solo obedecen, callan y cobran sin poner sus anuncios, sino que llegan a niveles tan ridículos como compararlo con los Médici. Oficialmente Mercadona no invierte ni un duro en publicidad pese a los publirreportajes que le dispensan. No se rían todavía. Háganlo después de la publicidad...
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