'Me vuelvo al pueblo', una joya de Castilla y León TV que debería emitir TVE










En el eterno olvido sobre la capital de Europa despoblada, que por desgracia es nuestra España interior, brilla con luz propia el espacio de reportajes 'Me vuelvo al pueblo', que emite con éxito desde hace varias temporadas Castilla y León Televisión de la mano de Miriam García. Este espacio de reportajes, recién premiado por la Diputación de Palencia, muestra con humor y deliciosas pinceladas musicales un retrato de varios pueblos de la Comunidad Autónoma con severo riesgo de despoblación. Pero lo hace desde un prisma optimista, mostrando historias de emprendedores que sacan la cabeza lejos de la superpoblada urbe, sin olvidarse de las costumbres locales mantenidas en el tiempo por los vecinos, que suplen con amor por la tierra y arraigo la criminal falta de inversiones estatales. TVE debiera tomar nota...

Évole ya puso el foco en la España interior despoblada

Jordi Évole puso el foco hace algunos meses en el reportaje Tierra de nadie en lugares que son hoy pasto del silencio. Salvados reflejó esa noche la atmósfera de un pueblo soriano, Utrilla, y otro conquense, Chumillas, abandonados institucionalmente mediante la falta de inversiones. Este hecho ha conllevado un invierno demográfico que salpica especialmente a la Serranía Celtibérica, que acoge a parte de las comunidades autónomas de Aragón, La Rioja, Castilla y León, la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha.

En Tierra de nadie dos ancianos de un pueblo perdido de Soria dicen que lo que más echan de menos eran “los niños. Sus risas, sus lloros, sus correrías. Aquí, hasta el campo está aburrido. No hay nadie. Hasta las flores, y los pájaros, han desaparecido por culpa de los herbicidas”, frase que nos retrotrae a Machado: “Oscuros encinares, ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y álamos del río, tardes de Soria, mística y guerrera, hoy siento por vosotros, en el fondo del corazón, tristeza”.

Francisco Burillo, catedrático de la Universidad de Zaragoza, señala las singularidades de la Serranía Celtibérica, corazón despoblado del Estado español: Cuenta con más del doble de extensión que Catalunya, alrededor de 65.000 kilómetros cuadrados (más de la octava parte del total del Estado); es uno de los dos focos despoblados en Europa, el otro es la desangelada Laponia, que cuenta con el doble de jóvenes que este islote abandonado a su suerte; esta serranía tan solo cuenta con tres núcleos por encima de los 20.000 habitantes, Soria, Cuenca y Teruel, cuando en el resto del Estado hay casi cuatrocientos; y en la mitad de sus pueblos hay menos de 100 habitantes.

Tras este chaparrón en forma de análisis con datos nos vamos a las soluciones: el Senado, reviviendo por algunos minutos, llevó a cabo en 2015 la Ponencia de estudio para la adopción de medidas en relación con la despoblación rural en España, constituida en el seno de la Comisión de Entidades Locales señala otras características de la Serranía: Soria cuenta con un flujo migratorio negativo del 46% (entre gente que nació y ciudadanos que viven hoy en día en la provincia); la población media se acerca peligrosamente a la cincuentena; y la previsión para el próximo siglo viendo la tasa de natalidad y mortalidad es que pierda el 75% de la población actual entre 15 y 44 años.

Veintiséis ponentes en este informe publicado de sesenta y seis páginas dan ideas que se podrían llevar a cabo desde un punto de vista municipal, autonómico y estatal: rehabilitar viviendas de titularidad pública, adquirir suelo y urbanizarlo, primar la red viaria de transporte, conservar el patrimonio, primar el turismo rural, bonificar a cooperativas y pymes que creen empleo, bonificar a los habitantes de territorios despoblados a través del IRPF, rebajar las cuotas de la Seguridad Social para empresarios y autónomos que se asienten en este territorio, mantener servicios con especial atención a la educación y la sanidad, incentivar que el personal de la administración resida en la localidad que preste servicio, poner en pie una estrategia nacional, apoyar la natalidad en zonas despobladas mediante incentivos económicos, apostar por la industria agroalimentaria, fomentar la deslocalización interna de empresas y ayudar económicamente a los ciudadanos quieran trasladarse de la urbe hasta un entorno rural.

El desequilibrio territorial debiera ser aminorado mediante inversiones políticas en beneficio de los ciudadanos en un entorno rural o la creación de infraestructuras y polígonos industriales que ayudarían a absorber unas renovadas carreras con evidente destino urbano. Nuestra identidad cultural y la conservación de la naturaleza lo merecen.


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