Empacho de David Muñoz en Cuatro







Anoche David Muñoz, que parece no tener abuela, estrenó en Cuatro el espacio El Xef, que llegó rozando el 10% de share. El cocinero mediático, conocido ahora como Dabiz Muñoz, parece que tenía previsto desde hace años su salto a televisión, ya que hace más de tres años rodó lo que hubiese acabado como espacio de relleno del Canal Cocina de no ser porque el chef se ha casado con Cristina Pedroche.

Por un lado hay que reconocer que El Xef está montado de manera trepidante, que el grafismo está muy cuidado y que a ratos el espacio se hace entretenido. La pega es que le sobra una cosa; David Muñoz. Y es que el egocéntrico cocinero satura y empacha al espectador, vendiéndole que trabajaba de sol a sol o que estuvo años sin dormir. "No nos interesa, que salga la Pedroche", grita el público palomitero desde el sofá. Remata David el guiso con una frase propia de un megalómano: "De verdad que miro atrás y no sé si sería capaz de repetir todo lo que he conseguido".

El triunfo, según Muñoz, es tener tres controvertidas estrellas Michelín. Pero claro, con eso no basta para funcionar en televisión, por lo cual el chef de la cresta se traviste de Chicote y le pega un broncazo ante las cámaras a uno de sus lugartenientes, seguramente mileurista, porque hizo mal un sofrito. "Es que soy muy perfeccionista", dice todo cruel, disfrutando de emitir la escena. ¿Complejos? Los mismos que Álex de la Iglesia, que disfrutaba como un enano colando en sus making-ofs broncazos a los extras de sus películas, esos que se llevan cincuenta euros y bocata de mortadela, para que se viera quién tenía los cojones para las ocasiones.

¿Estamos creando un monstruo? Seguramente sí, porque Muñoz ha llegado para quedarse en plan Mario Vaquerizo; adosándose a una famosa para luego intentar volar solo llamando la atención. Y lo hace con ese look de macarra impostado, que lo ves y parece que se va a poner los guantes para coger una aguja y tatuarte un tribal en la entrepierna mientras miras el maloliente techo de un cuchitril de Lavapiés. Pero nada de eso es real, porque el humilde Muñoz, ese que nos muestra sus orígenes precarios, ahora se forra anunciando coches de lujo, vendiendo la exclusiva de su boda al ¡Hola! y cobrando entre 180 y 250 euros por comensal al personal, que babea deslumbrado por ver al chef en su minuto de gloria, en el que poco tiene que ver su mano en la cocina.



Pero tiene mérito este Muñoz, porque ayer consiguió que su inseparable sombra, Ángela Montero, ex mujer y su ex mâitre durante una década, no apareciese durante ni un segundo. Se olvida el chef de que la chica, que no es tan guapa como Pedroche pero posaba todo sandunguera sacando la lengua a su lado cuando el chef solo interesaba a las marginales revistas gastronómicas, dejó su carrera de bailarina para aguantar sus aires de grandeza. Entonces Muñoz pesaba veinte kilos más y no llevaba cresta, pero no se tenía que vestir de perroflauta e impostar un aura de creador, cuánto daño han hecho los dominicales y Adrià, para recibir cierta atención mediática. Ahora sus croquetas, llenas de postureo y tontería, se las come la Pedroche. ¡Qué aprovechen!


2 comentarios:

  1. empacho no, fijación la que tiene la puta mosca con este pobre hombre... cuántos posts llevas ya poniéndolo a parir??? relaja, que seguirá sin invitarte a comer a Diverxo... y muy bien que hace!

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  2. Pobrecitos, España siendo potencia mundial en gastronomía, y vosotros criticando a uno de los mejores cocineros que ha dado éste país. La verdad es que ya se porque se llama la mosca, porque huele bastante a mierda...

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