Una de caspa, por favor; llegaron Los Gypsy Kings







Anoche Cuatro estrenó Los Gypsy Kings para intentar frenar el ciclón Salvados. El programa, que nace como un spin-off de Palabra de gitano, nos contó el día a día de cuatro dinastías de raza gitana; los Salazar, los Fernández-Navarro, los Jiménez y los Maya, con los que la cadena pasa de ridiculizar a los gitanos pobres en Callejeros a ridiculizar a los gitanos ricos en este show.

Los protagonistas principales fueron los Salazar, con "Los Chunguitos" como claros protagonistas, que para compensar su decreciente carrera musical están haciéndose de oro con las privadas. El dúo sabe que lo petan comportándose de manera infantil y exagerando su falta de conocimiento del castellano, la receta de su éxito en El Hormiguero, Tu cara me suena, Todo va bien, Los Gypsy Kings o GH VIP, del que salieron tarifando tras sus comentarios homófobos y racistas, de los que Mediaset no quiso hacer sangre porque tenían pendiente en la nevera el programa que anoche estrenó Cuatro.

Los Chunguitos siguen explotando eso del "dame pan y llámame tonto", y anoche dieron muestras del circo que pregonan; hicieron el gamba en un gimnasio, se pusieron en tanga, celebraron una barbacoa-en la que su avispado representante le pidió a Juan que dijese la palabra "Bronx"-, y programaron un viaje a Nueva York, donde darán la nota en las próximas semanas.

Al filón gitano de Cuatro también ayudaron los Fernández-Navarro, que saltaron a la fama tras celebrar una millonaria boda ante las cámaras de Palabra de gitano. El primer programa se centró en el recibimiento del abuelo, llamado "El Charro", que fue presentado como el Señor Lobo de Pulp Fiction, ya que el patriarca viajó hasta Palma con la intención de poner en vereda a los díscolos hijos fiesteros de la familia. Pero aquello fue la puta risa, porque los nietos se mofaban de los consejos del peculiar Señor Lobo: "Tenéis que estar más por casa" o "a partir de ahora solo podéis salir los viernes hasta la una o las dos de la madrugada". Claro que sí, campeón.

La tercera familia en cuestión eran Jiménez, una familia que vive del mercadillo, tradicional labor de esta peculiar raza. Tenemos dudas de que Dani, el patriarca de los Jiménez, lleve bien las cuentas del puesto de ropa, porque admitió que desde hace poco sabe que hay sol y luna. "Una mañana temprano vi que había dos cosas y lo supe". Es decir, que mi primo madrugó por primera vez y se asombró al comprobar que había dos bichos "volando". El mercadillo le confunde. Los Jiménez también nos dieron una clase de explotación infantil, ya que niñas que rondaban los diez años se desgañitaban con frases promocionales: "Vestido de diseño diez euros". Aunque la protagonista de la familia era la hija mayor, que expresó su mayor deseo: "Quiero que se hable de la fiesta durante un año". Dos palabras clave le aconsejamos para anunciar el evento; cocaína gratis.

La cuarta familia en presentarse fueron los Maya, una familia que vive de un tablao flamenco. La mandamás del clan era Salvadora, una señorona con pinta de madame que se pasó medio programa dando órdenes, mientras su despistado hijo Juan Andrés, que se crispó del retraso de los músicos ante los atónitos turistas japoneses que observan aquel circo. Ya saben; se retrasaban los músicos, como a la matriarca de los Fernández-Navarro se le olvidó preparar la comida. Situaciones previstas en guión, inconvenientes que no paran de sucederse para aliñar estos programas, pero el problema es que los protagonistas no son actores y se nota que los conflictos están más preparados que un combate de Pressing Catch.

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