El golpe de timón de Cebrián, el ridículo de Pedro Sánchez y el papelón de Carmona







El PSOE sigue protagonizando su particular harakiri, que comenzó Zapatero modificando el punto 135 de la Constitución, prosiguió Rubalcaba olvidando las raíces republicanas del partido, y ha rematado Pedro Sánchez, un líder inane que ha querido dar una muestra de fuerza decapitando a Tomás Gómez, quizás el barón de los socialistas madrileños más respaldado por las bases desde Leguina.

El golpe asestado a Gómez, tiene una mano visible; la de Alfredo Pérez Rubalcaba, que respaldado por una infecta encuesta perpetrada por El País, ha rematado la conversión del PSOE en un simple bastón del PP, ya que Gómez pudiera haber liderado en mayo un tripartito progresista. Esta decisión, que tranquilizará a la oligarquía porque impone un cordón sanitario a Podemos en la capital, conviene a Sánchez para eliminar de un plumazo un barón crítico con su gestión. Pero también conviene a Podemos, porque si no le dejan gobernar en la capital por un pacto PP-PSOE, tendrán más fácil llegar a la Moncloa en otoño.

Dice el PSOE que han echado a Gómez por las encuestas, pero por esa regla de tres Sánchez debiera dimitir de manera inmediata. Carmona por su parte se asegura una plácida campaña poniéndose de perfil en público ante Sánchez, mientras por la espalda lo pone de vuelta y media.
Este golpe de febrero de 2015 recuerda al de 2010, cuando Prisa, con Rodolfo Irago desde la SER-donde no faltaba entre sus esbirros Jesús Cintora, que le hizo en aquel momento una nefasta entrevista a Gómez-, intentó echar a Gómez con la ayuda de Zapatero con el enésimo paracaidista que intentaba aterrizar en la capital; Trinidad Jiménez.

Tampoco a nadie se le escapa que la poca fuerza de permanencia que ha demostrado Gómez pudiera ser una muestra de sus armarios oscuros, pero el caso del Tranvía, convenientemente explicado por el perjudicado en la Sexta Noche, no se le pude achacar al candidato decapitado. Ahora el PSOE ha montado unas primarias ridículas, donde Ángel Gabilondo se deja querer, eso sí, si no tiene que batallar con el candidato de la corriente de Gómez, que no será Zerolo, que se ha acobardado, sino Amparo Valcarce, ex delegada del Gobierno de Madrid, menos mediática que el anterior.

Digan lo que digan desde Férraz, Gómez había construido una alternativa creíble, aunando las fuerzas de todas las corrientes madrileñistas de las últimas dos décadas, que se dejaron por la trinchera por el tamayazo. Gómez de paso había solucionado el mal crónico de esta federación; la falta de estabilidad, enfermedad que se demostró curada cuando Gómez consiguió el aval de la mitad de los afiliados en Madrid.



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