Así construyó Lara su imperio mediático; entre conseguidores, favores políticos y el pelotazo de Aznar

José Manuel Lara vivió en sus últimos años como un gigante de la comunicación. En los panegíricos que se han publicado estos días, trasciende que este señor perdió de joven comba en la carrera sucesoria del trono de su padre en favor de su malogrado hermano Fernando, tras una ruinosa y siniestra gestión de varias revistas en plena transición. Pero Lara no se conformó y ya como mandamás de Planeta destacó como gran inversor en medios de comunicación. Era su particular venganza. Todo comenzó en la segunda legislatura de Aznar, cuando Lara, bajo el paraguas del Gobierno, entró en ruinosos negocios mimados por el Ejecutivo como Quiero TV o Radio España, invirtiendo posteriormente en La Razón, el diario de los conseguidores Casals y Anson, hecho que le valió para convertirse en un empresario cercano al aznarismo. Esta situación le valió para comprar Antena 3 y Onda Cero a Telefónica-ante el enfado de Pedrojota-, empresas a las que hizo rentables con la línea trasversal que le ha caracterizado.

Y esta línea editorial trasversal, le ha valido para ser mimado por distintos núcleos políticos; desde la Generalitat, que le premió con la Creu de Sant Jordi tras invertir en el secesionista Avui, hasta el PSOE, partido que impulsó que a Lara lo premiasen con la medalla de Andalucía, pasando por la Casa Real, que ha visto con buenos ojos su inversión en El Periódico, travestido desde el socialismo al nacionalismo. Es cierto que estos favores políticos han sido acompañados por la buena gestión económica de Planeta; con Antena 3 huyendo de los números rojos, con Onda Cero afianzándose de la mano de González Ferrari-con fichajes como el de Julia Otero, que rompió el modelo monocolor de la emisora-, con La Razón dejando de perder dinero, ayudada por su cercanía con el PP, o con la compra de la Sexta, emisora que ha mantenido una inmaculada línea editorial progresista.

Pero todo comenzó con la simpatía entre Lara y Aznar, Anson mediante, que desembocó con la compra del 25% de Antena 3 por 364 millones de euros. Este favor político, fue devuelto con generosidad por Lara, que cerró un acuerdo con Aznar a finales de 2003, todavía siendo éste presidente, para que el entonces líder del PP escribiese tres libros a cambio de 600.000 euros. Los libros-Ocho años de Gobierno, Retratos y perfiles y Cartas a un joven español-, no fueron rentabilizados en las librerías, pero tampoco hacía falta que lo hicieran, ya que el negocio ya estaba hecho.

Como estaba hecho con el contrato que le firmó Lara a José Bono por 800.000 euros a cambio de tres libros, de los cuales el primero vendió 15.000 ejemplares. Una ruina que venía a pagar los favores del pájaro socialista al editor. Así se funciona en Planeta, un grupo cuyos premios son tan falsos como un euro de madera, tal y como reconoció Anson, que desveló que el jurado vota lo que les piden en la editorial. Anson, que se vanagloriaba en público de haber conseguido a Lara sus mejores negocios, acabó a palos con el editor. Un editor que olfatea el negocio por encima de sus libros, todo lo contrario de lo que se está escribiendo en los últimos días. Un editor que permitió la censura de sus medios al libro de Pilar Urbano sobre el siniestro papel del Rey en el 23-F. Un editor que censuró el libro El cura y los mandarines de Gregorio Morán, porque atacaban a la RAE en una docena de páginas. Un editor que ha dejado una gran herencia a sus hijos, que deberán administrar el legado de untar al personal con poderío para que la máquina siga funcionando.