A sus 76 años, José Frade ha cerrado su año más cutre, hecho harto complicado en la vida del productor del landismo. El veterano empresario ha cerrado un año entre casposo y deprimente; en febrero cerró el histórico Canal 7 tras casi 18 años de vida; en abril registró el título de Ocho apellidos catalanes, una nueva muestra de su picaresca comercial; en octubre Telecinco rechazó su vuelta a la tele con Jaimito, espacio de sketches que iba a protagonizar Kiko Rivera; y en noviembre regresó al cine tres lustros después con la infumable Por un puñado de besos, film que fue apaleado por la crítica y que además el público recibió con un tortazo de la taquilla, ruina salvada por corrupción, ya que El Confidencial desveló que el propio Frade tuvo que comprar miles de entradas para trincar la subvención. ¿Por qué el Ministerio de Cultura no acaba con estas prácticas mafiosas que atentan contra la cultura?
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