Revilla en el país de las maravillas






Mediaset demostró la escasa confianza que tiene en Este país merece la pena, el programa de entrevistas y viajes de Miguel Ángel Revilla. Por eso no lo ha estrenado en el prime-time de Cuatro, arrancando ayer en el mediodía del domingo, franja ocupada tradicionalmente por reposiciones.

Revilla se estrenó con una pobre audiencia-7,4% de share-. No es de extrañar, porque Revilla ofreció un espectáculo lamentable por su caminar por las Españas. El ex presidente cántabro intentó emular a Labordeta, escogiendo en vez de la gastronomía, las historias positivistas del país. Pero el tiro le salió por la culata, ya que sus intenciones emotivas no consiguieron sus propósitos lacrimógenos.

El programa arrancó en Polaciones, municipio donde el populista nació hace más de setenta años. Después charló con una pescatera de la Boquería, a la que le regaló los oídos: "En tu crítica al fútbol tienes parte de razón. No es normal pagar cien millones por un jugador". No parecía que le molestaba mucho el fútbol cuando se fumaba habanos al lado del indio millonario en el palco de El Sardinero.

Y después vino el plato principal del primer programa; su encuentro con Pascual Maragall, por el cual conocimos a la encantadora esposa del ex president. Fue penoso que la naturalidad que pretendían los responsables del programa no se produjo en ningún momento, ya que Revilla se empeñó en tratar a Pascual como un niño pequeño teniendo el poco tacto de estar toda la conversación recordándole anécdotas pasadas, algo que quizás a un señor que sufre Alzheimer no le apetezca demasiado.

Revilla también aprovechó su estreno para vistar el Palacio Real con unos niños, a los que trató con más respeto que a Pascual, y a los que obsequió con anécdotas manidas y repetitivas.
Por último nos presentó a un matrimonio zaragozano que convive con varios niños de acogida y a un cocinero que enseñaba a chicos con riesgo de exclusión social, vídeo en el que entrevistaron a Dario Barrio por última vez. No sabemos si el país merece la pena, pero este programa la merece poco.




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