Pablo Iglesias; el mesías de la izquierda



Podemos era y es necesario. Por fin la izquierda real tiene un proyecto en el que confiar. Un proyecto sin complejos. Un proyecto que no le debe nada a nadie. Un proyecto con el que derribar el actual decrépito sistema. Un proyecto tan ilusionante como necesario.

No se puede entender Podemos sin la figura de Pablo Iglesias. El politólogo ha entendido como nadie la importancia de los medios de comunicación en la actual democracia. Y sin ningún tipo de complejos sobre telebasura u otros desdenes de Izquierda Unida hacia los debates para todos los públicos, se ha calzado las botas de trabajo y se ha pateado todos los platós del país, dejando a la altura del betún los discursos clásicos de la derecha tradicional y dejando en fuera de juego al PSOE, que lleva cuatro décadas gobernando para la derecha aprovechándose de su maquillaje progresista, con el que hasta ahora le ha valido para captar los votos de las bases izquierdistas que votaban contra los Aznar de turno. Pero ahora eso no le valdrá al PSOE, un partido que está muerto-hasta Felipe González dice en círculos privados que pueden acabar con cuarenta diputados, por no decir directamente como la UCD-, por mucha renovada imagen impuesta por Susana Díaz, el tercer miembro de "Los Morancos" o la última capa de maquillaje de la cleptocracia del sur.

Pablo ha sabido darle como nadie la vuelta a los discursos del PP; cuando la derecha le levanta el brazo de la patria española, éste les dice que poco españoles son ellos cuando han dejado escapar nuestra soberanía en favor de Alemania. Cuando la derecha le dice que es antisistema, responde él que los antistema son los que ejecutan leyes en favor de la explotación del trabajador, los que destruyen la sanidad o la educación o los que dejan sin amparo a los más desfavorecidos.
Y cuando la derecha le suelta que es un etarra, Pablo les escupe que los que no condenan los asesinatos franquistas es mejor que se abstengan que condenar otros atentados de otras bandas terroristas.
Además no cae en la trampa y condena a ETA o dice que el modelo Chávez no es exportable hasta el sur de Europa.

A Pablo se le entiende. Por eso le dice al pueblo que nosotros estamos pagando el rescate bancario mediante recortes sociales. Y eso molesta al sistema, que por supuesto no pasó la transición. Si no miren donde siguen o siguieron magistrados o grandes fortunas beneficiadas por la guerra del 36. Lo único que cambió en la transición fue que se le dejó entrar a la izquierda, con Santiago Carrillo renunciando a todo a cambio de vivir como un marajá, mientras el propio sistema beneficiaba a Felipe González, que apoyado por Estados Unidos y Alemania gobernó sin molestar a nadie cuando hacía falta molestar-por cierto, que mal ha envejecido-.

El problema que tiene el sistema actual con Podemos es que sabe que tiene un programa y lo va a cumplir. Por ahora al sistema no le preocupa demasiado el partido, porque el malvado de Rajoy cree que si asciende "el de la coleta" se hundirá el PSOE y él ganará otra vez. Pero cuando lleguen las próximas autonómicas y municipales, y el éxito de Podemos se consolide, no le quedará más remedio a la derecha que presionar para cerrarle las puertas televisivas a Iglesias y compañía. Pero será tarde, y Podemos seguramente, si todo sigue igual en nuestro país, gobernará en España o estará en condiciones para hacerlo-si el PSOE quiere apuntalar el decrépito sistema costará un par de años más-. Porque la fuerza de Podemos es imparable. El único miedo que debe tener el partido es a la respuesta de la derecha, que no es democrática y no aceptará las reglas del juego. Es decir, perder todos sus privilegios y los de la oligarquía económica que lo sustenta. Pero a estas alturas de la película, con el Ejercito y el clero desactivados-que no enterrados, por desgracia-, el miedo que debe tener Iglesias es a la oligarquía, que será capaz de hacerlo todo por matarlo. Y no es una metáfora.

La izquierda por fín tiene un proyecto serio, como en 1936. El proyecto de esos años fue derrotado. Pero fue derrotado con valentía y con las botas puestas. Por eso no triunfó el golpe-con los madrileños defendiendo a la república con uñas y dientes-. Nos matarán, pero se lo tendrán que ganar. No como en 1978, cuando la izquierda más cobarde y vil traicionó el espíritu republicano y se vendió por un plato de lentejas para construir una democracia patética, donde el poderoso hace y deshace a su antojo y el pobre implora con la mirada que le dejen sobrevivir sin que hagan con él lo que les da la gana. Amén.














1 comentario: