Hiba se pronuncia con hache aspirada. Pero ella la
ha suprimido, «porque en España, salvo Andalucía, no existe ese sonido y
terminan llamándome 'Jiba', que suena horrible». Hiba Abouk es la chica
del momento, dicen. A ella no le asusta la etiqueta «porque detrás hay
mucho trabajo». Triunfa en 'El Príncipe', la nueva serie de Telecinco y,
según las malas lenguas, ha sido la sustituta de Adriana Ugarte en el
corazón de Álex González. Pero la actriz no entra en eso. Educada en la
cultura musulmana, recuerda que «en casa no podía hablar de novios, era
un tema tabú. Y se me quedó tan marcado -explica- que incluso a día de
hoy nunca hablo de mi vida privada. Me lo inculcó mi familia». Tampoco
es muy común en dicha cultura referirse a la menstruación, «sobre todo
delante del sexo masculino», admite Hiba. Pero ella se ha criado en
España y lo aborda «sin ningún pudor». El pasado miércoles presentó en
Madrid, junto a la modelo Laura Sánchez, los nuevos 'Minipacks de Evax',
bajo el sugerente eslogan de '¡El tamaño sí importa!' «Bueno -matiza
Abouk-, importa según en qué...».
Hiba Aboukhris Benshimane nació en Madrid hace 27
años. Es la menor de cuatro hermanos y sus padres emigraron desde Túnez.
«Mi padre llegó ya con trabajo», precisa. Por sus venas corre sangre
tunecina, libia y también gitana, tal vez por eso se declara
«flamencólica». Nada en su entorno hacía suponer que acabaría
dedicándose a la farándula. La suya es una historia de empecinamiento
personal, un camino en solitario. «Mis padres se criaron en un entorno
más cerrado para la mujer, ellos bebieron de ahí. De niña yo no tenía
las mismas costumbres que mis amigas del cole, ni las mismas
conversaciones con mis padres. A mí no me dejaban quedarme a dormir en
casa de una amiga. Eran muy estrictos». Hiba sentía que le «cortaban las
alas». Pero su madre le repetía: «Estudia, que los estudios van a ser
el pasaporte de tu libertad». Y se lo tomó al pie de la letra.
La actriz habla en la actualidad cinco idiomas y
tiene estudios de Filología Árabe. «De los cuatro hermanos yo fui la
única que siguió el consejo de mi madre, la que más estudió». Y eso que
no siempre lo tuvo fácil. De niña, en el colegio «se metían con que
fuera árabe y me gastaban bromas con mi nombre. Lo que pasa es que yo
sabía dónde darles. Ahí forjé una inteligencia a la hora de contestar
muy potente. No quiero repetir lo que me decían ni lo que yo respondía.
Pero tenía el pico muy desarrollado», ríe Hiba.
Nunca llevó velo en casa ni en clase. «Ni siquiera
lo ha llevado mi madre. En mi familia se vive la religión de otra
manera». Y su primera vocación no fue la de actriz, sino la de maestra,
como Fátima, su personaje en 'El Príncipe'. «Mi juguete favorito era la
pizarra que tenía en mi habitación. Me ponía a dar clase a mis alumnos
invisibles. Yo me aprendía las cosas haciendo de profesora». A la escena
llegó a través de la literatura. Se apuntó a un taller de teatro en el
Liceo francés «para memorizar los textos de esas obras teatrales que
tanto me gustaban». Tenía solo 12 años y descubrió «que me pasaban cosas
muy bonitas cuando me subía a un escenario». Luego, al decidir qué
hacer con su vida, eligió la profesión de actriz «como el mejor vehículo
para hablarle a la mujer árabe, porque yo me he criado en un choque
entre culturas muy potente y tenía ganas de contar eso al mundo. Y sobre
todo a la mujer árabe, darle todo mi apoyo, mucho ánimo y que luche por
su libertad a muerte».
Ella luchó por su sueño enfrentándose a su propia
familia. «Mi madre deseaba que fuera médico». Cuando les dijo a sus
padres que quería ser actriz la oposición fue frontal. «Nadie me apoyó.
Así que a los 18 años me fui de casa por las bravas. Tengo muchísimo
carácter. Al principio, te puedes imaginar, la hija pequeña que se va de
casa porque quiere ser actriz… Yo era lo peor del mundo. Pero ahora ya
los he convencido». Bailar flamenco es la segunda pasión de Hiba Abouk, y
la tercera, guisar 'tajine' tunecino. El resto es leyenda. Dicen que
sus afamados ojos verdes han rendido, entre otros, a Hugo Silva y a Álex
González, que es proclive a enamorarse de sus compañeros de rodaje...
Ella se encoge de hombros. «Eso a mí no me ha pasado. Y como se lo
inventan, no tengo nada que decir al respecto».
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