El proyecto de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV), creado como instrumento normalizador de la lengua autóctona y generador de la industria audiovisual, empezó a morir el verano de 1995, cuando el PP, con Eduardo Zaplana a la cabeza, llegó al Palau de la Generalitat. Hasta entonces (inició sus emisiones en 1989 con Amadeu Fabregat como director general) había logrado una audiencia del 21% con el trabajo realizado por sus 687 trabajadores.
En ese momento, el gasto anual de personal estaba en 25 millones de euros y su deuda en 22, pero ese modelo sostenible quedaría aplastado por el del nuevo director general, José Luis Bayona, y los que le sucederían: José Vicente Villaescusa, Pedro García y José López Jaraba. El propio abogado que ejecutó el expediente de regulación de empleo ahora anulado cuantificó hace unos días, pasados 18 años, el impacto del nuevo modelo: una plantilla de 1.620 trabajadores y una deuda que ha llegado a alcanzar 1.126 millones de euros. Y una audiencia que se ha precipitado por debajo del 5%, aunque los informativos pueden llegar a doblar esta cifra.
RTVV está en quiebra (económica y de credibilidad) desde hace más de 10 años y las razones que la han llevado a esa situación (en la que Alberto Fabra fundamentó el cambio de modelo para reducir la plantilla y privatizar parte de la programación) no son ajenas a la gestión que le imprimió el PP en aquel verano de 1995, en el que el ente, además, comenzó a ser un gabinete de prensa al servicio de la propaganda de la Generalitat y sus presidentes.
Considerado por Zaplana como "el último bastión de los socialistas", los nuevos gestores llegaron con el mandato de poner en marcha la provisión de nuevo personal mediante contratos de obra (que la Sindicatura de Comptes consideró atestados de irregularidades) y con oposiciones que los sindicatos calificaron de "a medida". Sin embargo, de cara al exterior Zaplana apostaba por la privatización de la gestión del ente. Pero solo cinco años después de su llegada al Palau de la Generalitat, el gasto de personal de RTVV era ya el doble: 50 millones. Y a los 10 años, casi el triple: 72 millones.
El PP no solo creó una plantilla paralela de periodistas, muy superior a las necesidades (pese a haber puesto en marcha otros dos canales, Punt2 y Canal 9/24), también tomó el área de administración para situar al personal de su confianza, creando, según fuentes afectadas, frecuentes "redundancias administrativas" y varios "despachos sin funciones claras". Pero contrariamente a lo que pudiera parecer, ese colosal aumento de personal no significó un incremento de la producción propia que pudiera ampliar el margen de negocio del ente.
Más bien al contrario. Bajo la gestión del PP el dinero pagado a productoras externas se desbordó. Si entre 1992 y 1995 el gasto en producción externa había oscilado entre 11 y 18 millones de euros anuales, en 1997 se alcanzaron los 25 millones. Y la cifra no paró de engordar. En 1999, 35 millones; en 2000, 43... El cénit de la producción externa se produjo en 2007, con 57 millones. Ese fue el año de la visita del Papa a Valencia, en el que el entonces director general, Pedro García (ahora imputado junto con otros tres directivos del ente precisamente por esta causa), adjudicó el contrato de la instalación del sonido por 7,4 millones de euros a la constructora Teconsa, que no era más que una tapadera de Special Events (una de las principales empresas de la trama Gürtel). Muchas de las compras realizadas por RTVV en esos años han sido muy criticadas y puestas bajo sospecha por la Sindicatura de Comptes.
El gasto en derechos deportivos es otro de los capítulos que más ha desangrado al ente. Y no solo por derechos de retransmisión. RTVV firmó contratos privados con el Valencia (30 millones), el Villareal (25) o Levante (12), así como con Bernie Ecclestone, con el que se comprometió a pagar 22 millones más IVA por los derechos de emisión del Gran Premio de Europa de Fórmula 1 para las temporadas de 2010-2013 "de forma no exclusiva". El año 2007, coincidiendo con la 32 edición de la Copa del América, se produjo el de mayor desembolso: 81 millones.
La gestión empujaba a RTVV hacia la quiebra por los cuatro costados. En 1999, el PP ya había cambiado la ley para que el ente pudiera endeudarse y la Generalitat no tuviera que asumir sus descubiertos. Empujada y sin red, era solo cuestión de tiempo. Nadie ha pagado por ello.
Fuente: El País
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