Pedro J. Ramírez lleva unos meses de exclusivas. Algunas bastante dudosas, como la de hoy. Y otras han sido tras subirse el carro que inició El País-el Caso Bárcenas-. Pero con la "conspiranoia" del 11-M superada las cosas marchan mejor.
Hoy Ángel Carromero-uno de los derechones a los que Esperanza Aguirre enchufa al presupuesto público con 50.000 euros anuales, como a Abascal- ha recobrado la memoria. Cuando testificó sobre el accidente en Cuba, apenas recordaba nada. Y lo que dijo era que había tenido un simple accidente-en él no extrañaba nada porque conducía sin puntos y acumulaba más de 40 denuncias de tráfico-.
Ahora Carromero dice que un coche de los servicios secretos cubanos golpearon a su auto por detrás, que el disidente Payá salió vivo del accidente, que a Ángel lo golpearon con la culata de una pistola y que Payá fue asesinado. Puede ser, las dictaduras siempre matan a los hombres más brillantes de la oposición-como lo era Payá, que estaba llamado a liderar la contrarevolución-. Y si los servicios secretos se empeñan se pueden cargar a quien quieran. Pero extraña la actitud de Carromero, del que entendemos que mintiera-supuestamente- para salir de Cuba, pero no entendemos que lleve un año "callado como una puta". En cuanto llegó a Barajas tenía que haber cantado. Ahora es un poco tarde. La mafia yankee se lo agradecerá-hace unos meses fue entrevistado en The Washington Post, se quejó del juicio y dijo que le habían golpeado el auto, pero nada de que Payá había salido vivo-. Entre creer a la secta castrista o a un parásito mentiroso no hay que creerse nada. Y García Margallo sigue los pasos de Mariano; silencio absoluto hasta que escampe-entre el lavadero de dinero de Gibraltar, la amnistía al pederasta en Marruecos y esto, no se va a poder ir de vacaciones-. Un problema institucional más para Rajoy, que viene de la mano de un pájaro que trinca del presupuesto de Esperanza. La pinza Ramírez-Aguirre sigue funcinonando.
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